La captura de Rodolfo Orellana no debe mezquinarse. Hay que felicitar a la Policía Nacional y al Ministerio Público.
No hay que quitar valor al profesionalismo de policías y fiscales. Justamente por eso, recomendamos al ministro del Interior que deje fuera del ámbito público sus revanchas personales.
El ministro Daniel Urresti convocó a una conferencia de prensa sobre la captura. Al finalizar, hizo una referencia altisonante. “A los mezquinos de toda la vida, no le quiten esto a la PNP”. “Muérdanse la lengua, agregó, amárrense la boca un par de días”.
La coda del ministro revela resentimiento, revancha y calentura. Quizá esos sentimientos sean justificados. Lo que no se justifica, sin embargo, es que el titular de esa cartera no pueda controlar sus emociones.
Las palabras de Urresti pueden congelar el aplauso de la captura. Quizá eso no suceda con todos, pero sí con los que necesitan confiar en las autoridades.
Queremos creer en la Policía Nacional. Queremos creer en el cambio y en las mejoras.
De hecho, Daniel Urresti se caracteriza por hacer cosas. Es un ministro que actúa no solo en el escritorio. Su estilo ha despertado a algunos policías que estaban dormidos o vencidos por la rutina o el desaliento.
Urresti, además, ha logrado motivar una nueva confianza en las autoridades de parte de la población. Su figuretismo y sus metidas de pata suelen traer un costo relativamente bajo frente a esas ventajas.
La conferencia de prensa, sin embargo, revela a un Urresti fuera de borda. Más preocupado por sus escaramuzas personales que por la PNP.
Uno puede preguntarse, frente al exabrupto, si él tiene la serenidad necesaria. No se trata solo de una operación policial determinada, sino de la reconstrucción de la Policía Nacional.
La reorganización de la policía, si se logra, dará esperanzas sobre el Estado Peruano en general. Es remoto y quizá utópico, pero la confianza se erige sobre creencias más que sobre razones técnicas.
Es muy lamentable que Urresti tome la captura de Orellana como si fuera un juego de niños. Usar el caso para sacar ‘cachita’ a los detractores no solo deja que desear. Afecta la credibilidad que, justamente, se trata de revitalizar.
Queda claro que el ministro del Interior no siempre es ecuánime. Queda claro, además, que no es tolerante a la crítica.
Ojalá él pueda replantear su perfil político. Ojalá se pueda proponer hacer conferencias de prensa para referir temas del Estado y no para ventilar rabietas personales.
Deseamos que el señor Urresti se corrija porque, en realidad, él puede ayudar mucho al gobierno y al país. Con detractores y seguidores, Urresti ha traído aire nuevo a la política nacional.
El ministro del Interior no parece ser una persona atada a compromisos ideológicos. No creemos que haya aún sucumbido a la vanidad. Por eso pensamos que puede mejorar su actuación pública. Su gestión puede aportar un punto de quiebre en el gobierno. Punto de quiebre entre la inercia y la acción.