Hace nueve mil años, cazadores y recolectores se esparcieron por el territorio peruano y llegaron a los valles de Lima ubicándose principalmente a la orilla del mar, donde abundaba una riqueza ictiológica de peces, moluscos y crustáceos, así como mamíferos y aves marinas. Todo ello representaba su fuente de proteína. Durante el invierno, como hoy en día, ciertas partes de la costa del Perú y frente a la bahía de Ancón, en el Serpentín de Pasamayo, una densa neblina a lo largo de varios meses del año formaba unas fabulosas lomas que hoy en día no existen más.
Según Hermann Buse en su libro “Historia Marítima del Perú”, la costa ofrecía en ese tiempo un aspecto muy distinto al de ahora. Edward Lanning habla de los bosques que llenaban los valles del Chillón y del Rímac durante el final del pleistoceno y subraya que las pampas, hoy áridas, estaban en ese tiempo arcano cubiertas de vegetación. De mayo a noviembre la vegetación de loma llegaba hasta muy cerca del mar y las pampas eran praderas. Por su abundante vegetación, las lomas atraían una rica fauna compuesta por tarucas, caracoles y camélidos. También era una fuente de frutos y raíces silvestres. Complementaba esta variedad de alimentos, camarones y peces del cercano río Chillón, así como del Rímac y el Lurín.
Esta rica alimentación trajo un crecimiento rápido de la población. Se desarrolló una industria lítica al borde del río Chillón en los cerros de Chivateros, Cucaracha, Oquendo y en los alrededores de Ancón. La materia prima que utilizaron estos pobladores fue la cuarcita.
Los hombres de Chivateros usaban la piedra, la madera y el barro para sobrevivir. Cazaban en las lomas de Carabayllo y Ancón donde existía una gran cantidad de zorros, venados y guanacos. Del mar y el río extraían peces y mariscos. Cazaban lobos marinos, atrapaban insectos, semillas y plantas comestibles. Estos campamentos estaban conformados por rústicas viviendas construidas con costillares de ballena dispuestas circularmente, cubiertas de hojas o de piel de animales. Estas construcciones cónicas, como sería después el Apolo de la NASA y la nave Santa María en la que llegó Colón, son los tres tipos de construcción que llevaron a los humanos a sus viajes más largos.
Fueron surgiendo técnicas de pesca y de conservación. Se construyeron lugares especiales para conservar los productos del mar cubiertos de sal y puestos a secar en grandes tendales. En el curso de los cinco milenios que se desarrolló la etapa lítica, la vegetación de loma fue disminuyendo y se fue extendiendo la aridez. Con la vegetación fueron abandonándose gradualmente los campamentos invernales. Es entonces que el mar queda como uno de los recursos más importantes de alimentación y fue silenciosamente surgiendo una fase hortícola embrionaria en los valles del Chillón, Rímac y Lurín.
La vida de los cazadores y recolectores fue cambiando. Aprendieron a domesticar plantas como el ají, la calabaza y el algodón; establecían pequeñas aldeas y centros ceremoniales en la zonas de los valles. Una nueva forma de vivir empezó a ser conocida como el precerámico, etapa en que los hombres andinos se volverán sedentarios e iniciarán un largo camino. Sus logros marcan la vida de quienes vivimos hoy en estas tierras.