La propia Nadine Heredia acaba de poner fin al deshojado de margaritas en Palacio de Gobierno respecto de su futuro político inmediato.
Ya lo había adelantado la primera ministra Ana Jara el domingo, en entrevista concedida a El Comercio, con su tajante afirmación de que “la ley es clarísima” en negar a la primera dama el camino expedito hacia la Presidencia de la República.
En efecto, la señora Heredia salió ayer a aludir por primera vez de manera precisa y enfática a la ley que le impide postular a la presidencia en el 2016.
De esta manera ella misma cierra, en giro de llave, el círculo de especulaciones que durante largo tiempo generó el cálculo político de su partido y su entorno, como parte de una innecesaria atmósfera de inestabilidad política.
La lógica que sostenía el oficialismo gubernamental y parlamentario era que a la señora Heredia nadie le podía privar de su derecho constitucional a ser elegida y que ese derecho prevalecía sobre la ley que le impide postular.
Hasta el hoy presidente del Jurado Nacional de Elecciones, Francisco Távara, tuvo su medio minuto de duda cuando advirtió que la Constitución no le prohibía postular a la primera dama, sino una ley de menor rango.
Más bien Távara debió en ese momento defender esa ley que no sabemos por qué llamó de “menor rango”, y que no es otra que la Ley Orgánica de Elecciones, la misma que rige su actual mandato y el funcionamiento del JNE y que en su artículo 107, inciso 5, no deja ninguna duda de que la esposa del presidente en funciones sencillamente no puede postular de inmediato a ese mismo cargo.
El otrora proyecto de “reelección conyugal” venía pues a romper el principio democrático de la alternancia en el poder, materializando la figura autoritaria del continuismo del régimen vigente, en un remedo escandaloso del sistema que los Kirchner impusieron en Argentina.
Hemos tenido que ver pasar tres años del “sí se puede” constitucional al “no se puede” legal. Una y otra vez Ollanta Humala y Nadine Heredia se negaron a zanjar el problema. Llegaron a culpar a la prensa de haberlo creado.
La demora en poner los puntos sobre las íes resultó gravemente dañina para el gobierno, envuelto en su propia turbulencia.
De hecho que a Nadine Heredia tiene que haberle pasado por la cabeza no solo el sueño sino la natural ambición de ser la primera mujer presidenta del Perú. Y que esa oportunidad solo podía tenerla segura desde el mandato efectivo de su esposo, el presidente.
De lo que sí puede estar segura es que la historia recordará su paso por el poder de la manera singular como no lo ha hecho ninguna primera dama. Es decir, con mucho acceso al teje y maneje del poder desde muy adentro, con enorme influencia en las decisiones de gobierno.
Si no pudo lo uno (labrarse una postulación presidencial desde el poder del esposo), pudo lo otro: ganarse un lugar en la historia como alguien que gobernó junto con Ollanta Humala.
PUNTO DE QUIEBRE I
¿Qué ha hecho variar la decisión sobre el 2016?
Uno de los motivos para alejar la candidatura presidencial de Nadine Heredia del imaginario político nacional quizás sea el temor de no conseguir el voto de confianza que Ana Jara solicitará al Congreso próximamente.
PUNTO DE QUIEBRE II
La sensatez de evitar desafiar la democracia
Otro de los factores que habrían pesado en el abandono del proyecto Nadine 2016 sería evitar el fuerte desafío que significaría una postulación de esa naturaleza para el sistema democrático, más aun en un régimen con baja aprobación.