"El Puente de Piedra", por Gonzalo Torres
"El Puente de Piedra", por Gonzalo Torres
Redacción EC

El Puente de Piedra o Puente Trujillo, a espaldas de Palacio de Gobierno, es uno de los íconos de la ciudad, no solo por haber tenido una arquitectura remarcable y por lo tanto haber sido retratada, pintada y dibujada por viajantes y quienes querían dar a conocer las imágenes de Lima al mundo en otras épocas, sino también por ser parte vital del eje espacial de Lima y, por tanto, de la vida misma y del desarrollo urbano de la capital.

No fue el primer puente de la ciudad; río abajo, cerca de lo que es hoy la plazuela de Monserrate, se construyó el puente de horcones en 1536 y en 1554, uno de madera con mejor factura.

El virrey Marqués de Cañete, mandó a construir otro en 1557 hecho de ladrillo y que duró hasta 1607. Este se ubicó a inicios del actual jirón Camaná y en él también puso dinero el Convento de Santo Domingo, pues se reordenó el cauce del río colocando tajamares que impidiesen la venida del río e inundar sus claustros como ya venía pasando.

Existió también un puente de “criznejas”, es decir, de sogas trenzadas al estilo andino (en la que debieron participar los naturales del reino) hecho en 1549 y que vino a hacer la unión del jirón Ayacucho, en Barrios Altos, con el jirón Hualgayoc, en el Rímac. Esto es entre el puente de la avenida Abancay y el puente Balta. Este último reemplazó al puente de palo de 1774.

Cuando en 1610 se termina el muy necesitado puente de piedra por Juan del Corral, se une el incipiente barrio de San Lázaro (antes llamado arrabal), lugar de indios camaroneros y negros, con la ciudad de Lima y propicia aun más el crecimiento del futuro distrito del Rímac. Se une, también, el camino natural proveniente del norte (Trujillo) con el tejido de la ciudad de Lima. Muchos virreyes hacían su ingreso por este puente pues no llegaban por el Callao. Este puente hizo que la calle (y las cuadras subsiguientes) que lo acoge se convirtiese por muchos años en la principal de la ciudad. El Jirón de la Unión, podría decirse que es fruto de este puente.

El puente, que a través del tiempo fue remodelado a los usos y costumbres de la época, fue construido originalmente con cal y canto, mas no con la argamasa de clara de huevo, tan mentada y con tanta leyenda, pues no figura en el concierto de Juan del Corral. Sus contrafuertes son particulares, los que miran a la avenida del río son adiamantados para partir las aguas, mientras que los que miran al oeste, circulares. Sobre ellos existieron los apartaderos, que servían bien de miradores o bien de parapetos para que los peatones se guarezcan de caballos y carruajes desbocados. Estos desaparecieron en el siglo XIX.

En el lado cercano a las casas reales (palacio) existió el famoso arco, otra imagen icónica de la Lima antigua, que merecería un artículo aparte. Pero lo curioso y poco conocido es que Juan del Corral construyó unos humilladeros en forma de edículo dórico con las placas del rey y el virrey de Montesclaros, reemplazados a su vez por orden del virrey Amat e Hipólito Unanue con sus nombres. ¿Les suena conocido?

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