La regionalización se creó para superar el excesivo centralismo de Lima y se inició el 19 de noviembre del 2002 durante el gobierno de Alejandro Toledo.
No cabe duda de que la intención fue buena. Desgraciadamente esta reforma, que ya ha cumplido doce años, no ha tenido los resultados esperados, porque cada departamento fue una región con su correspondiente presidente, lo cual produciría, en muchos casos, la terrible corrupción que estamos viendo.
Una de las razones de nuestra problemática política ha sido precisamente el fracaso de la regionalización. El Plan Nacional de Regionalización 2012-2016 no prioriza ni indica fecha para la constitución de macrorregiones.
Una regionalización bien hecha debería haber tratado de unir diversos departamentos que tengan entre ellos bienes complementarios, constituyendo así macrorregiones. Por ejemplo, un departamento puede ser rico en minería y pobre en agricultura, mientras que otro puede ser lo contrario. De esta manera uno compensaría la carencia del otro. Sin embargo, no solo se deberían agrupar por razones económicas y territoriales. Es fundamental considerar factores históricos, sociales y culturales, que son estratégicos para que exista una buena interacción entre ellos, que permita al Estado actuar utilizando los ingentes recursos económicos que disponen las regiones, para modernizar la gestión pública con los últimos avances tecnológicos que permitan su desarrollo integral.
Debido a algunas circunstancias, como el canon minero que aumenta considerablemente la economía de algunas regiones, sus presidentes se encuentran con una economía muy rica. Muchos de ellos en lugar de trabajar por el progreso de su región se dedican a enriquecerse, lo cual genera una alta desaprobación de la población a su cargo y que varios de ellos enfrenten hoy en día procesos judiciales por presuntos actos de corrupción y otros delitos en el desempeño de sus funciones.
Actualmente viene siendo investigado por el Poder Judicial el ex presidente regional de Áncash, quien se habría enriquecido sin medida. También son investigados Gregorio Santos en Cajamarca, Gerardo Viñas en Tumbes, Kléver Meléndez en Pasco, Yván Vásquez en Loreto, Wilfredo Oscorima en Ayacucho y Jorge Velásquez en Ucayali.
Felizmente hay algunas excepciones que salvan el honor del país. Una de ellas es el presidente regional de Moquegua, Martín Alberto Vizcarra Cornejo. Moquegua es una región minera, pues en ella hay importantes minas de cobre. Su presidente regional utilizó esa riqueza para beneficiar a los habitantes del ámbito a su cargo, especialmente en educación, para crear escuelas en las que los alumnos tuvieron un gran rendimiento, muy por encima al de otras regiones en que la educación está muy descuidada.
Otra excepción es César Villanueva, el ex presidente de la región San Martín. Esa región produce cacao, algodón, maíz, plátano, limón, soya, caña de azúcar y tienen minas de sal. César Villanueva, en lugar de tratar de enriquecerse, ha realizado una gestión orientada a lograr el bienestar de esa región.
El 31 de octubre del 2013, César Villanueva juró como cuarto presidente del Consejo de Ministros en el gobierno de Ollanta Humala. Mas por razones que no están esclarecidas, renunció el 24 de enero del 2014. Parece que la renuncia se debió a que el Gobierno quiso restarle independencia.
Otro caso digno de mencionarse es el de José Murgia, quien gobernó honorablemente, manejando bien las riquezas de la región La Libertad.
Los próximos presidentes regionales tendrán como una de sus principales tareas evitar la corrupción, que tanto daño ha hecho en nuestro país a lo largo del 2014. Es fácil predecir que tendrán dificultades en la tarea de gobernar pensando en el bien del país y al margen de toda actitud delictiva. Con las nuevas tecnologías el mundo se vuelve más complejo, pero a su vez está más interconectado, haciendo que la sociedad exija que sus autoridades sean más profesionales y eficientes, con la capacidad necesaria para promover la participación de los diversos agentes sociales y económicos, por ser la piedra angular para avanzar en la modernización y lograr un Estado eficiente.