Editorial: El día después
Editorial: El día después

Como lo había anunciado el presidente Pedro Pablo Kuczynski en su discurso inaugural de 28 de julio, sería el jefe del Gabinete de Ministros, Fernando Zavala, el encargado de desarrollar las propuestas concretas de gobierno al momento de solicitar el voto de confianza al Congreso de la República.

Tomaron 21 horas durante dos días, 160 medidas, algunas precisiones, otras disculpas y una actitud receptiva frente a las críticas, para que el Gabinete Zavala consiguiera a cambio 121 votos de confianza de parte de la representación nacional. Es justo afirmar, entonces, que el mensaje de Zavala fue satisfactorio y que varias de las medidas expuestas –además de coherentes con el plan de gobierno oficialista– permiten mirar el futuro con cierto optimismo.

En concreto, destaca que el primer ministro indicara en su exposición que en este quinquenio se buscará erradicar la pobreza extrema y reducir la pobreza nacional de 22% a 15%. Pero aun más que, para lograrlo, el gobierno planee implementar programas productivos para que las poblaciones económicamente vulnerables puedan desarrollar herramientas que les permitan generar un ingreso autónomo, es decir, que no tengan que depender de terceros para salir y mantenerse por encima de la línea de pobreza.

Es positivo, también, que el jefe del Gabinete no haya obviado el gigantesco elefante en la habitación llamado Poder Judicial y haya prometido una reforma de dicho poder del Estado junto con la anunciada reforma de la Policía Nacional, ambas piezas indispensables pero que no vienen funcionando adecuadamente en el engranaje de la maquinaria contra la delincuencia y el crimen organizado. 

Asimismo, el compromiso de lograr que todos los peruanos tengan acceso a agua en sus hogares –uno de los pilares del mensaje del presidente Kuczynski– estuvo presente. La brecha en ese sector asciende a S/53.000 millones, por lo que el gobierno se ha comprometido a reducirla impulsando un plan de inversiones públicas y privadas, y retomar a la brevedad las 142 obras actualmente paralizadas (para las cuales ha fijado como meta reanudar y culminar al menos el 50% de ellas antes de finalizar el 2017).

Y en lo que refiere al déficit en infraestructura, el gobierno se ha comprometido a eliminarlo en un 50% para sectores estratégicos como Transportes, Vivienda, Educación, Salud, Agricultura e Interior. Ello implica una inversión que requerirá aumentar el gasto en infraestructura hasta el 6,2% del PBI además del destrabe en proyectos de inversión por un monto de US$18.000 en los próximos dos años. Se tratan, en fin, de compromisos auspiciosos y que parten por entender la relevancia de la infraestructura básica en la creación de oportunidades para el crecimiento económico y mitigación de la pobreza. 

Sin perjuicio de los amplios beneficios que traería el cumplimiento de las promesas presentadas, la pregunta que quedó en el aire tras la presentación del Gabinete Zavala es cómo las llevarán a cabo. Máxime cuando muchas de ellas –por ejemplo, el aumento salarial a los docentes y a los profesionales y técnicos del sector salud– implican un fuerte incremento en el gasto corriente y, como explicó el viernes el ministro de Economía y Finanzas, Alfredo Thorne, el balance de la gestión anterior ya colocaba el presupuesto del sector público en una situación compleja.

Aunque el tema del financiamiento de las propuestas estuvo ausente en el discurso del primer ministro, sus declaraciones previas, así como las del presidente Kuczynski y el contenido del propio plan de gobierno de Peruanos Por el Kambio, permiten entender que este gobierno apostará por un estilo económico ‘Reaganiano’. Mediante la reducción de la carga tributaria, se aspira a ampliar la base (incluyendo a más personas a la formalidad) y con ello elevar la presión tributaria del 14,7% actual a un 17%. En palabras del jefe del Gabinete, este incremento será “fundamental para financiar debidamente las medidas”. 

No debe dejarse de lado, sin embargo, que el éxito de dicha estrategia dependerá también de la disciplina en el gasto estatal. En tal sentido, habrá que esperar que los nuevos ministros cuiden el gasto para no agravar el déficit fiscal, cuyo manejo responsable puede ser materia resbaladiza, como bien lo atestiguan varios gobiernos de nuestra historia. De esa forma, el nuevo gabinete logrará mantener la confianza que viene recibiendo y que fue consagrada el viernes por la representación nacional.