Más allá del discurso que los nuevos jefes del Estado hacen frente al Parlamento el 28 de julio, el mensaje más importante que dan como nuevos gobernantes llega con las personas a las que les confía un fajín. Así, el Ejecutivo hace explícita la manera en la que pretende gobernar el país y las materias que priorizará. Ayer, con el nombramiento del nuevo Gabinete –con horas de improvisado retraso–, y sobre todo con la juramentación a Guido Bellido, también parlamentario por Perú Libre, como presidente del Consejo de Ministros, el mandatario Pedro Castillo dio una pésima señal. Que hasta podría ser descrita como una provocación mezquina e irresponsable a la oposición y a ese importante porcentaje de la ciudadanía que desconfía del nuevo gobierno.
En los días previos, la posibilidad inaceptable de que el puesto de primer ministro lo asumiera Roger Najar, hombre cercano a Vladimir Cerrón acusado de abusar de una menor de 14 años y embarazarla, sonó fuerte. Las resistencias a este escenario, sobre todo por parte de los aliados del nuevo mandatario, se hicieron palpables en los días previos a la juramentación y parecen haber disuadido a la nueva administración. Pero el señor Bellido trae consigo su propia serie de antecedentes inquietantes y, en muchos casos, harto condenables, que comprueban las preocupaciones que hemos expresado en más de una oportunidad en estas páginas, referidas al rol del fundador de Perú Libre en la administración de Castillo y a la talla del radicalismo de este último.
Para empezar, la presencia de Bellido reafirma la presencia de Cerrón en el Gobierno. Él fue, por ejemplo, uno de los que coordinó el pago de los S/850 mil de reparación civil para el sentenciado exgobernador de Junín, como informó El Comercio. A juicio del flamante titular de la PCM, “si han puesto el ojo en Vladimir Cerrón es por un tema político” y, por ende, su condena fue injusta. Una perspectiva más cercana a la ‘conspiranoia’ que a una interpretación sensata de la realidad que delata indulgencia con los graves delitos por los que su correligionario fue sancionado por la justicia.
Pero quizá lo más importante sean los vicios antidemocráticos que representa el nuevo primer ministro. Como se sabe, actualmente es investigado por el Ministerio Público por el presunto delito de apología del terrorismo, tras la difusión de un video donde defendía las acciones de Sendero Luminoso, una circunstancia que le valió que fuese impedido de participar en las comisiones de Defensa e Inteligencia del Poder Legislativo. En esa oportunidad se refirió a los seguidores del criminal Abimael Guzmán como peruanos que “equivocadamente tomaron un camino”, frase que remató diciéndole “¿qué tienes contra los senderistas?” a la persona que lo entrevistaba. Este tipo de coartadas para los terroristas y esta complacencia con sus acciones son inaceptables en un país como el nuestro, tan golpeado por la vesania que estos grupos desataron.
A lo anterior se añade su posición ante la satrapía cubana, a la que calificó como una “democracia”, una mentira que da cuenta de sus débiles convicciones democráticas. Asimismo, ha señalado que el ahora presidente debería evaluar el indulto a Antauro Humala, preso por su rol en el asesinato de cuatro policías en Andahuaylas en el 2005.
Pero la noche de ayer todo empeoró con el nombramiento del resto del Gabinete, tras casi tres horas de retraso y de mantener al país en ascuas. Un Consejo de Ministros incompleto, sin titulares de las carteras de Economía y Justicia. Se trató, además, de un equipo que confirmó que la promesa de un Ejecutivo plural y dialogante fue una mentira del jefe del Estado, al estar completamente compuesto por personas afines a su ideología. Resalta, por ejemplo, la designación de Héctor Béjar, simpatizante castrista y participante de la dictadura de Juan Velasco Alvarado, en el Ministerio de Relaciones Exteriores y la acrítica presencia de Anahí Durand en la cartera de Mujer y Poblaciones Vulnerables, en una administración que con la sola ausencia de más mujeres contradice los principios que aseguraba defender (y debe haber olvidado).
Así las cosas, todo lo ocurrido en los últimos días describe a un Poder Ejecutivo presto para el enfrentamiento con el Congreso y que, al mismo tiempo, no tiene ninguna intención de moderar un discurso que claramente le pronostica al país un futuro oscuro. Que sigamos sin alguien a cargo del MEF es un insulto al país en medio de una crisis económica de proporciones históricas y una nítida demostración de improvisación de un Gobierno que empezó defraudando al Perú.
El Parlamento ahora debe actuar con astucia, como quien empieza una fundamental partida de ajedrez político. El presidente Castillo no ha entendido que la suya no ha sido una victoria holgada y que sobre él pesan más dudas que certezas. Los nombramientos de ayer solo agravan el problema y confirman que la oposición y la ciudadanía tienen muchos retos por delante.
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