El Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) nunca fue muy popular. Para los gobernadores regionales y alcaldes, el SNIP era el símbolo máximo del centralismo capitalino que impedía el avance oportuno de obras públicas necesarias. Para el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), era una manera de asegurar –imperfectamente– que la inversión pública no financiara más monumentos al árbitro o a la maca, pero a la vez un dolor de cabeza, tramitología y fuente de mala reputación. El propio presidente Kuczynski, cuando candidato, lo llamó el “maldito SNIP”.
Después de 16 años de existencia, hace unos días el Ejecutivo dio “muerte oficial” al impopular y complejo sistema de inversión pública. Los expertos coinciden en que el SNIP había cumplido su ciclo. En su reemplazo, la administración de Peruanos por el Kambio ha creado el Sistema Nacional de Programación Multianual y Gestión de Inversiones, también conocido como Invierte.pe. El cambio es bienvenido y saludable, pero no está exento de aspectos por mejorar.
Una de las modificaciones más interesantes, como su nombre revela, es el énfasis en la programación multianual de inversiones y el cierre de brechas de infraestructura para los proyectos de inversión. Mientras que el SNIP tan solo requería que las inversiones individuales tengan una rentabilidad social superior a cierto mínimo para estar camino a la viabilidad, Invierte.pe prioriza los proyectos en función a las brechas que presenta cada localidad. Esta es una mejora notable con respecto al sistema anterior. No se trata ya únicamente de tener una gran lista de proyectos con luz verde, sino de ponerlos en orden con base en criterios objetivos de necesidad.
Este cambio, de paso, resalta otro tema fundamental que a veces pasa desapercibido en la discusión; a saber, que la inversión pública no tiene como objetivo reactivar la economía, ni generar puestos de trabajo directos, ni es un fin en sí misma. Más bien, esta solo tiene sentido en la medida en que mejore la calidad de vida de los ciudadanos o su productividad.
Por supuesto, aquí hay aún asuntos por limar. Por ejemplo, ¿cómo será la priorización de proyectos en la misma localidad referentes a la misma brecha? Lo ideal sería complementar este sistema con un análisis costo-beneficio más tradicional que identifique los proyectos de mayor rentabilidad social.
Otro cambio importante es la mayor responsabilidad que asumirán los gobiernos subnacionales en la formulación, evaluación y funcionamiento de los proyectos. El MEF solo participaría en las fases iniciales y finales, lo que implica también que las autoridades locales rindan cuentas.
Ello, sumado a la simplificación de varios procesos, brindaría más flexibilidad y dinamismo al sistema. Sin embargo, al mismo tiempo hace más peligrosa la falta de capacidades técnicas en varios gobiernos subnacionales y resalta un problema pendiente: la atomización de los proyectos de inversión pública ante la ausencia de una visión estratégica y coordinada de largo plazo. Los proyectos regionales de gran envergadura y gran impacto brillan por su ausencia, y el nuevo sistema no es garantía de solución.
También vale la pena destacar que Invierte.pe incluye también mecanismos de seguimiento y evaluación de la ejecución y funcionamiento posinversión de los proyectos.
En fin, la reencarnación del SNIP en un sistema más dinámico, descentralista y orientado a solucionar las brechas reales de los ciudadanos es una buena noticia que podría ser excelente si permanece abierto a cambios y mejoras importantes en los siguientes meses.