La reciente polémica surgida debido a la postulación de la congresista Ana María Solórzano a la presidencia del Parlamento y la cuestionada alianza entre Perú Posible y Diálogo Vecinal para la reelección de la alcaldesa Susana Villarán han dejado en evidencia cómo nuestros partidos políticos siguen siendo movimientos caudillistas con poca institucionalidad.
En el primer caso, en las canteras del oficialismo se acusa a la presidenta del partido y primera dama de haber intentado imponer la candidatura de Solórzano frente a la de la vicepresidenta Marisol Espinoza debido a su cercanía con la primera (no es novedad que Solórzano ha sido siempre muy allegada a la pareja presidencial y que es una de las defensoras de la primera dama ante sus críticos). En declaraciones para el programa “Cuarto poder” la congresista Esther Saavedra, de Gana Perú, mencionó: “Nunca voy a ser malagradecida o desleal, pero no vamos a agachar la cabeza ante una persona que no ha sido elegida por el pueblo”, en clara alusión a Nadine Heredia.
Asimismo, se dio a conocer que en un principio Saavedra y otros 21 congresistas oficialistas habrían firmado un documento en apoyo a la candidatura de Espinoza, desafiando así abiertamente la voluntad de Palacio de Gobierno. La congresista también recordó que “para la elección de Heredia [como presidenta del partido], no fuimos convocados, tampoco las bases, y por ello su elección fue una sorpresa, la eligieron unos pocos, ¿dónde está la democracia?”.
Al canto de “si se quiere imponer la candidatura de Solórzano, evaluaremos nuestro voto”, la congresista Saavedra ha dejado bien claro que una parte del oficialismo siente que en Palacio intentan que Gana Perú se gobierne cual monarquía. La forma como se gestó la candidatura de Solórzano reafirma la sospecha de una “dedocracia” al interior del partido de gobierno.
En la misma línea, tampoco se respiran aires muy democráticos en Perú Posible. Con respecto a la postulación de Ana María Solórzano como candidata del oficialismo, el vocero peruposibilista, José León, habría mencionado que si bien muchos de los parlamentarios de esta bancada no iban a votar por Solórzano, no se descarta que se llegue a un acuerdo directo entre Humala y Toledo. Esto, en clara alusión a que el señor Toledo puede tomar acuerdos por sí solo y sin consultar a nadie. ¿Dónde está la institucionalidad partidaria?
Por otro lado, a raíz de la Alianza entre Perú Posible y Susana Villarán para las elecciones municipales, se dejó también en evidencia que es Toledo quien hace y deshace en su partido. Por ejemplo, con respecto a la composición de la lista de regidores enviada por Perú Posible, esta jamás fue consultada en algún tipo de elección partidaria interna. Incluso uno de los más representativos dirigentes de este partido, el ex ministro de Trabajo Juan Sheput, criticó en esta misma página de Opinión que el hecho de ir en alianzas “ha venido debilitando al partido, fomentando frustración y diáspora entre sus militantes”. Por otro lado, Sheput concluye su artículo diciendo: “Aprender del error es una buena costumbre que en Perú Posible deberíamos adoptar”.
Tanto lo ocurrido en el Partido Nacionalista con respecto a la postulación de la congresista Solórzano como lo ocurrido en Perú Posible respecto a la carta libre que tendría su líder de negociar con el ‘villaranismo’ o de nombrar a dedo las listas de regidores en la alianza con Susana Villarán son claras muestras de que los partidos políticos, más que organizaciones institucionalizadas, son grupos que tienen una suerte de dueño absoluto. Algo que, además, sus miembros que hoy critican estas recientes decisiones no han tenido problema en tolerar mientras les convenía.
Los partidos tienen que dejar de ser las “chacras” de sus caudillos y convertirse en organismos institucionales con reglas claras y transparentes. De lo contrario, no podemos pretender que tengan representación popular ni que persigan objetivos de largo plazo más allá de los designios coyunturales del líder. Y si los partidos no consiguen esto, tampoco podemos esperar que lo consigan nuestros gobiernos.