Desde hoy se elevará en la Plaza de la Merced el bronce que perpetúa la memoria del gran mariscal Ramón Castilla, para quien tiene el país deuda de gratitud que así queda en parte satisfecha. El 6 de junio de 1867, coincidentemente, llegó a Lima la noticia de su muerte y El Comercio, con sus columnas enlutadas, dijo editorialmente: “El general Castilla ha muerto y creemos un deber ser los primeros en consagrar una lágrima a su memoria. ¡Sí, una lágrima al redentor del indio, al libertador del negro, al creador del presupuesto, al fundador de la libertad de prensa y al demoledor del cadalso político!”. La ceremonia se verificará a las 3:00 de la tarde.