Llegan noticias desde la provincia de Cañete donde los malhechores no solo tienen cerrados los caminos, sino que llevan su audacia hasta el extremo de penetrar en los centros poblados, realizando allí sus fechorías sin que nadie pueda impedirlo. Esto no se puede ni debe permitir. El país tiene amarga experiencia del daño que ha ocasionado el bandolerismo en provincias y departamentos. El Estado tiene el deber de cautelar los intereses de la colectividad con todos los recursos disponibles. Como primera instancia se debe aumentar el contingente de policía rural.
H.L.M.