Alejandra Costa

Había poca expectativa sobre lo que podía decir la presidenta durante su de ayer, pero el abismal contraste entre la longitud del discurso y la relevancia de su contenido ha sido realmente insólito.

En lo económico, en un escenario de débil crecimiento, insuficiente generación de empleo y fuerte incremento de la pobreza, lo mínimo indispensable era que listara medidas concretas y efectivas para reactivar la inversión privada y que abordara los graves problemas que enfrentan los principales sectores como el agro, la pesca, la construcción y la minería.

Pero no. En más de tres horas, más allá de una mención a que “la producción también registró una caída del 13% al 2,7%” –aseveración inexacta porque lo que está bajando es el ritmo al que crece la producción– y a la necesidad de “avanzar en su ruta hacia un mayor crecimiento económico”, poco o nada se ha dicho en concreto sobre cómo lograr resolver los graves problemas que enfrenta la economía del país.

La inflación, que aún continúa por encima del rango meta del Banco Central de Reserva (BCR), solo fue mencionada para justificar la entrega de subvenciones a los usuarios de los programas sociales, pero jamás como un lastre que golpea a todas las familias peruanas y que requiere aún la atención del Ejecutivo. Sobre la caída de la calidad del empleo frente a niveles previos a la pandemia, silencio. Respecto al desplome esperado de la inversión minera este año, nada. Sobre una estrategia para enfrentar el aumento de la pobreza urbana, ni una mención.

El ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, había adelantado que la mandataria iba a plasmar en su mensaje su “visión de gobierno”, pero al final queda la sensación de que no quiere ver la real situación del país y que carece de una receta sobre cómo mejorarla.

Desde el empresariado se esperaban anuncios que pudieran cambiar los ánimos y generaran confianza para que se pongan en marcha los proyectos de inversión privada paralizados. Sin embargo, nada se dijo más allá de un nuevo anuncio de cambios legislativos para facilitar las asociaciones público-privadas y las Obras por Impuestos y, en materia de inversión pública, el inicio de la creación de la Autoridad Nacional de Infraestructura, cuya efectividad está por verse.

Por el contrario, al informar que se ha reanudado el diálogo en el Consejo Nacional del Trabajo (CNT), Boluarte quiso anotar un gol señalando que espera que “pronto podamos anunciar al país el incremento del sueldo mínimo vital”.

Sin embargo, la expectativa que está creando con este anuncio contradice el objetivo de lo que se busca construir en el CNT, que son, más bien, criterios técnicos para evitar que el sueldo mínimo se incremente cuando al presidente de turno le provoque marcarse un tanto.

Algunos evitan criticar a Boluarte porque creen que el statu quo es preferible a la incertidumbre que generaría un adelanto de elecciones. Pero creo que la realidad va a ser cada vez más difícil de negar: que, así como llenó de ‘aire’ las tres horas de su discurso de ayer, su plan es colmar de ‘aire’ los próximos tres años. Y en plena crisis económica, política y climática, no podemos darnos ese lujo

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Alejandra Costa es curadora de Economía del Comité de Lectura