El jueves por la noche, la selección de fútbol nos llevó a la euforia con el 4-1 sobre Paraguay, pero ya en la mañana el gobierno ppkausa se había anotado un gol con su ‘paquete simplificador’. Nadie va a extrañar los pedidos absurdos de la Onagi y sus 15 días hábiles para autorizar a un negocio a regalar ollas arroceras a sus clientes, ni imprimir cientos de papeles para enviar los contratos de trabajo ni el programa anual de capacitación laboral juvenil (entérese de su existencia) al Ministerio de Trabajo.
Paquete Simplificador#PaqueteSimplificador: En este video, el Presidente del Consejo de Ministros, Fernando Zavala, te explica todos los trámites del Estado que han sido simplificados para tu beneficio. ¡Conócelos! Más información aquí https://bit.ly/2fEho9S
Posted by Presidencia del Consejo de Ministros del Perú on Wednesday, November 9, 2016
Mientras el primer ministro Fernando Zavala culminaba su videomensaje con un “dígannos qué otros trámites, qué otros procedimientos el Estado tiene que mejorar”, el ministro de la Producción, Bruno Giuffra, anunciaba por Twitter el lanzamiento de DimeTuTraba.pe para que todos alerten de los trámites burocráticos que deberían reducirse o eliminarse, y Cueva se hacía un autopase de lujo que terminaría en gol del ‘Orejas’ Flores.
La próxima semana lanzamos "DimeTuTraba.pe". Portal para que todos sugieran qué trámites burocráticos debemos reducir o eliminar.
— Bruno Giuffra (@bgiuffra) 11 de noviembre de 2016
Me emociono, alisto la blanquirroja para mañana y, con los consejos de varios amigos, lanzo un par de centros al gobierno:
Publicidad exterior. Abro mi restaurante. Pero el letrero de mi local se queda tapado detrás de una tela 1 año, 3 meses y 17 días. Y eso que presenté la autorización del propietario, el fotomontaje que incluye el cartelito y todo el edificio, el diseño a escala con color y material, y sabe dios cuántos antojos más. Más fácil sería ahorrarnos esa licencia y que la municipalidad fiscalice y sancione a los pocos que acaso infringirían las normas urbanísticas, pero ¡qué fatiga!, mejor llenarse de papeles y que el trapo que cubre el letrero se siga ensuciando.
Registro de tarifas. Esto sí que tiene sentido, ¿sí o no, apreciado lector? Usted debe ser parte de los millones de peruanos que entran al SIRT para enterarse de cuáles son las ofertas de las empresas de cable o los nuevos paquetes de datos que ofrecen las de telefonía móvil. ¿Que qué es el SIRT? ¿Que para eso hay páginas webs, puntos de atención y el teléfono? Entonces, ¿para qué sirve? Vaya usted a preguntarle a algún funcionario de Osiptel, pero para los consumidores es un adorno burocrático y para las empresas un costo innecesario.
Onagi. ¡Ah! Eso sí que sirve. Está bien, quítenle el tema de las promociones comerciales pero todo lo demás (¿?) no. No sé usted, amable lector, pero yo sin las garantías otorgadas por el gobernador distrital, no salgo. Sea una fiesta, el estadio, o frente a un potencial agresor, el mejor chaleco antibalas se llama ‘garantías’. ¿Qué garantizan? No lo sé, pero con un presupuesto anual de S/100 millones, imagino que algo harán.
¿Saben qué tienen en común estos y varios otros ejemplos de burocracia? La flojera. En lugar de salir a la calle, supervisar aleatoriamente y poner multas cuando corresponda, cientos de entidades públicas prefieren hacernos víctimas a todos, sin excepción, del papeleo. Viven bajo el lema: “Pide todo, luego ves si te sirve”. Si hiciéramos un antirránking, muchos funcionarios estarían entre los más buscados deforestadores.
Y esto bien podría aplicar para la Oficina de Migraciones y sus carnets de extranjería, para la Sunafil y sus decenas de requisitos formales de la ley de salud y seguridad del trabajo, y varios organismos más.
Si algo debe cambiar el gobierno es esa devoción al papeleo, ese chip que hace que las entidades públicas exijan formalidades inútiles a 10.000 personas porque apenas 10 no cumplen la ley. Que no le cueste al Estado no quiere decir que no le cueste a la sociedad.