Pamela Ynga

Han transcurrido cuatro años desde que se inició la pandemia del COVID-19, que afectó a millones de personas. En el contexto nacional, según el Ministerio de Salud, se registraron 4′530.204 casos positivos y cerca de 220.602 fallecidos confirmados por este virus.

Si bien es cierto que el Perú es uno de los países que aún se encuentran en desarrollo, aquella cifra deja en evidencia las limitaciones de los sistemas sanitarios que tiene el país. Por otro lado, la pandemia puso al descubierto las diferencias o inequidades económicas, sociales o tecnológicas que existen en comparación con otros países. El COVID-19 sorprendió al país con poca inversión en salud; es decir, carencias hospitalarias, profesionales con sueldos bajos y apenas un laboratorio para pruebas moleculares.

El Instituto Peruano de Economía (IPE, 2021) refiere que se han ejecutado US$1.704 millones para el área de Salud, un monto que equivale al 0,86% del PBI. El sector Salud ha ido mejorando su capacidad de atención, su infraestructura y sus herramientas hospitalarias. Para continuar con ello, el Ministerio de Salud tiene que reforzar los roles de planificación y ejecución estratégica a fin de brindar un servicio de calidad.

Nuestro país necesita mejorar e ir superando las limitaciones que se van visibilizando, para poder enfrentar cualquier enfermedad, pandemias o epidemias, y aprender de lo vivido. Debemos encontrarnos preparados como peruanos y seres humanos para cualquier nuevo riesgo contra la salud pública.

Pamela Ynga es estudiante de Psicología en la Universidad Autónoma del Perú