Hay momentos en los que hay crisis políticas existenciales que conducen a los ciudadanos a preguntarse qué es lo que se hace con sus impuestos o, mejor dicho, en qué debe invertirse para garantizar el desarrollo del país. Las respuestas son múltiples, pero me gustaría abordar la que refiere al apoyo y fortalecimiento de la industria cinematográfica en el Perú: ¿es provechoso implementar este tipo de políticas públicas?
En un mundo cada vez más globalizado es necesario reforzar la identidad cultural del país y apostar por su cohesión. El cine cumple con ese papel, pues es un medio capaz de preservar y difundir la identidad peruana a través de las distintas miradas de cineastas regionales que visibilizan las realidades de un país pluricultural.
Las películas reflejan los valores y normas de una sociedad, muestran sus conflictos y todo aquello que las dota de unicidad: lenguas, costumbres, paisajes, arte, cultura, etc. Cuando una audiencia se expone a un cine diverso capaz de reflejar la identidad peruana descubre la variedad que hay en su cine, se familiariza con lo que le es propio y abraza un sentimiento de pertenencia.
Impulsar el cine en el Perú impactaría en el modo de percibir la realidad, la audiencia no quedaría subordinada únicamente a modelos impuestos por otras industrias cinematográficas extranjeras y prestaría mayor atención a los problemas de su realidad más próxima: el centralismo, la marginación de las comunidades andinas, la desigualdad social y la corrupción. ¿No es acaso eso lo que necesita la sociedad peruana resolver para continuar creciendo?