FERNANDO VIVAS
A juzgar por los reportajes y por el especial “El corazón de la verdad” de Beto Ortiz, todos mienten ante la tumba de Edita Guerrero.
En “Gisela, el gran show” del sábado 14, el viudo Paul Olórtiga fue a limpiarse de sospechas. Lo que Gisela quería era que se arrepintiera de lo que fuera pero llorando y jurando por sus hijos. Y así, Olórtiga negó haber golpeado a Edita pero le pidió póstumo perdón por haberle sido infiel. Si necesitó mentir, le fue fácil hacerlo ante la perdonavidas de Gisela.
Beto viajó a Piura para entrevistar a la familia de Edita. Su madre, Eladia Neira, y sus hermanos Noemí y Lorenzo insistieron en los indicios de los golpes y en su peritaje de parte, que dice que ella no murió de aneurisma. Sin embargo, el esquematismo con el que enfrentan la tragedia (“al principio creímos que fue aneurisma, ahora no”) y el hecho de que no hablaran de los antecedentes clínicos de Edita, los hizo aparecer más interesados en culpar a Paul que en establecer la verdad.
En “Domingo al día” vi un equilibrado reportaje en el que unos ex colaboradores de Corazón Serrano aseguran que Edita tenía un mal al que la familia no le dio la debida importancia.
Como en el hit del grupo, aquí hay por lo menos cuatro mentiras. Un peritaje muy de parte, un viudo atribulado, un negocio que exige mucho (Yrma se ha retirado para proteger su embarazo) y médicos piuranos que no ayudaron mucho. Si la policía y la justicia dan un informe contundente que esclarezca una verdad que puede ser mixta (fue golpeada y tuvo un aneurisma), cerrarán el caso. Edita lo agradecerá.