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2017, el año en que siete huaicos asolaron Trujillo
Johnny Aurazo

El 2017 será recordado en Trujillo (La Libertad) como el año de los siete huaicos. Entre el 15 y el 22 de marzo, tras una estrepitosa lluvia registrada la noche del martes 14 de ese mes, la ciudad soportó, después de casi dos décadas, los embates de la naturaleza de una forma atroz. La quebrada de San Ildefonso se desbordó e inundó los distritos de El Porvenir, Florencia de Mora, Trujillo y Víctor Larco.

Los siete huaicos y otros que se registraron en los distritos de Huanchaco y Laredo por el desborde de las quebradas León y San Carlos dejaron un total de 201.366 personas afectadas y 3.875 viviendas colapsadas en toda la provincia de Trujillo, según indicó la Subgerencia de Defensa Civil del Gobierno Regional de La Libertad.

Sin embargo, fue el huaico del domingo 19 de marzo el más intenso y el que causó mayores daños. Esa tarde, el agua de San Ildefonso salió con una furia nunca vista e inundó, también, la Plaza de Armas de Trujillo acompañada de una intensa lluvia desde las 2 p.m. Las aguas arrastraron artefactos eléctricos, muebles, basura y hasta restos óseos del cementerio de Mampuesto, ubicado en el cauce de la quebrada, en el límite de los distritos de El Porvenir y Florencia de Mora.

“Estamos pasando por el peor desastre natural de los últimos 20 años”, expresó aquella tarde el alcalde provincial de Trujillo, Elidio Espinoza, bajo una carpa instalada en la misma Plaza de Armas.

Casi veinte años atrás, el 11 de febrero de 1998, las lluvias del fenómeno de El Niño hicieron también que la quebrada San Ildefonso rebalsara y las aguas llegaran hasta el Centro Histórico de Trujillo. Aquella vez, decenas de cadáveres provenientes del cementerio de Mampuesto también flotaron por las calles de Trujillo, pero la furia del agua fue menor y la quebrada solo se rebalsó ese día.

-Llanto, dolor y desesperación-

“Cuando escuché a los vecinos gritar desesperados que se venía el huaico, solo tuve tiempo para sacarlo y rezar por mis hijas y mis otros nietos, que también estaban con nosotros”, contó Carmen Rosa a El Comercio, días después del devastador huaico del 19 de marzo.

Tras haber perdido su casa en la cuadra diez de la calle Tomás Moscoso, cercana al cementerio de Mampuesto, la mujer tuvo que irse a vivir con sus dos hijas y sus cuatro nietos a una carpa.

En el pasaje Ramón de Castro, por donde bajaron las aguas de San Ildefonso tras su paso por el cementerio de Mampuesto, Rocío Montoya contó que el lodo tapó todo el primer piso de su casa. “No sé cuánto nos demoraremos en sacar todo esta barro”, dijo en su momento.

Cada vez que las aguas de San Ildefonso se desbordaban por Mampuesto y llegaban a Trujillo por la avenida Miraflores, siempre después del mediodía, serenos de la Municipalidad Provincial de Trujillo se movilizaban en camionetas que iban adelante de los ‘ríos’ que se formaban y, megáfonos en mano, pedían a la población cerrar las puertas de sus casas y tomar sus precauciones.

Las inundaciones también provocaron el desabastecimiento de agua en miles de viviendas de la provincia de Trujillo y polvo en las calles. Ante esta última situación, incluso, muchos comenzaron a utilizar mascarillas y fue la misma población la que tuvo que salir a limpiar las calles.

Ocho meses después de estos siete huaicos y casi finalizado el 2017, el panorama en muchos sectores de Trujillo sigue siendo desolador. Las calles obviamente ya no lucen inundadas, pero la llamada reconstrucción con cambios todavía no ha llegado hasta este rincón del país.

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