Actualmente hay una treintena de animales en el Centro de Rescate Taricaya que los veterinarios intentan rehabilitar para darles una oportunidad de volver a casa. Sin embargo, algunos como este guacamayo, están demasiado domesticados y se resisten a alejarse de los hyumanos (Foto: Alessandro Currarino/El Comercio).
Centro de Rescata Taricaya
María del Carmen Yrigoyen

Un guacamayo vuela sobre nosotros en el Centro de Rescate Taricaya, en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional de Tambopata, en . No está en ninguna jaula y podría irse, si quisiera, hacia el bosque. El problema es que ha desarrollado un apego fuerte hacia los humanos y no se decide a ir a casa.

El animal, que fue víctima de , vivió mucho tiempo como mascota. Cuando las autoridades lo rescataron, lo llevaron al centro para que pudieran rehabilitarlo y devolverlo, de ser posible, a su hábitat. Pero el ave busca, casi desesperadamente, la compañía de las personas. Los llama. Los espía. Se va hacia donde los veterinarios y colaboradores del centro tienden su ropa y juega a picotearla.

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Lo mismo ha sucedido con una pareja de tucanes, que pasan el día merodeando por el bosque y visitando las jaulas de los loros, guacamayos y otras aves en rehabilitación. Uno de ellos no tiene miedo de posarse sobre los hombros del fotógrafo.

El Centro de Rescate Taricaya, en Madre de Dios, tiene un programa especial para la rehabilitación de monos maquisapa y su reinserción en el bosque (Foto: Alessandro Currarino/El Comercio).
El Centro de Rescate Taricaya, en Madre de Dios, tiene un programa especial para la rehabilitación de monos maquisapa y su reinserción en el bosque (Foto: Alessandro Currarino/El Comercio).
/ ALESSANDRO CURRARINO

“No todos los animales responden de forma positiva, pero se han logrado varias reinserciones”, dice el veterinario Diego Rolim. Añade que las liberaciones se hacen siempre en coordinación con el (Sernanp).

El especialista cuenta que el centro de rescate tiene un programa especial para la reintroducción de maquisapas, también llamados monos araña. Allí se ha equipado varios ambientes con ramas y llantas colgantes para que los primates no se estresen.

Actualmente hay una treintena de animales en el establecimiento: varios maquisapas, loros, guacamayos, tucanes, una tortuga motelo, un puma, un ocelote, un yaguarundi y una perra del monte. La mayoría fue rescatada por el Ministerio Público en intervenciones contra el tráfico o son víctimas colaterales de la cacería. “La historia de cada animalito es diferente. A Wally, un maquisapa, lo trajeron por un conflicto con turistas. Muchas veces el turismo mal trabajado, por así decirlo, por intentar acercar más a los turistas con los animales para llamar la atención, ha sido un gran problema”, comenta Rolim.

El veterinario explica que no es sencillo devolver a una criatura silvestre a su hábitat. Hay que tener en cuenta no solo su salud, sino si el animal está muy apegado a las personas (lo que podría hacerlo presa fácil de cazadores y traficantes) y si cuenta con la capacidad de sobrevivir solo dentro en el bosque. Lograr ese desapego, agrega, puede llevar mucho tiempo.

Kira, la perra del monte, lleva varios años ahí. “Fue uno de los primeros animales que llegaron al centro Taricaya y este ya tiene muchos años [funcionando]”, cuentan los colaboradores del centro.

Otro viejo huésped es el tapir Teo, que, a pesar de los esfuerzos de los veterinarios, busca constantemente que los humanos lo acaricien. “Lo tenían como mascota en un local de esparcimiento y ahora depende de las personas para su alimentación”, aseguran.

El ocelote corrió con una suerte parecida. Una familia de Madre de Dios lo tuvo como mascota hasta que decidieron entregarlo a las autoridades porque jugaba “toscamente” con los niños de la casa.

Negocio cruel

Entre el 2000 y el 2017 las autoridades peruanas decomisaron 79.025 animales vivos. Los más afectados fueron las aves exóticas y los monos, los más demandados como mascotas tanto en el mercado nacional como internacional.

Hace dos semanas llegó al centro Taricaya una cría de maquisapa. “Un machito”, señala Diego Rolim mientras le acerca un plátano a su paciente. Se cree que unos traficantes mataron a la mamá. Es lo que estilan hacer para capturar a los bebés y venderlos luego. “Así maten a las madres, las crías no huyen. Se aferran a sus mamás”, dice.

Al pequeño mono ya le han hecho varias pruebas de laboratorios para ver si está sano y si podrá volver, en algún momento, al bosque. Por el momento intenta aferrarse a las especialistas o cuidadoras mujeres. Por lo que, para evitar mayor apego, son hombres quienes generalmente lo atienden.

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