(Foto: Rolly Reyna)
(Foto: Rolly Reyna)
José Carlos Requena

La frase “El Perú está primero” fue una de las más recordadas del discurso inaugural del presidente Martín Vizcarra el viernes pasado. ¿Dijo Perú cuando quiso referirse a Lima? Porque si algo se notó en estos días de crisis que sacudieron a la clase política asentada en la capital fue la distancia que la separa de la política subnacional.

La distancia se plasma, por ejemplo, en los últimos desplazamientos del entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski. El lunes 19, Kuczynski visitó Iquitos. “Hermanos de Iquitos, gracias por el gran recibimiento lleno de gente cálida y sincera”, dijo en su cuenta de Twitter, lejos del enrarecido aire que primaba entre la casa de la calle Choquehuanca, en San Isidro y el Palacio de Gobierno, pasando por el movido Congreso, donde su supervivencia se negociaba voto a voto.

En cambio, quien parecía tener muy presente a las regiones era el ministro de Transportes y Comunicaciones Bruno Giuffra. En el audio difundido esta semana, se escucha la que sería su voz, sugiriéndole al congresista Moisés Mamani (Fuerza Popular, Puno) cómo responder las preguntas del vocero de la bancada, Daniel Salaverry (La Libertad): “Tú dile: ‘Yo tengo mi conciencia y en mi pueblo quieren otra cosa’. Dile: ‘Mi pueblo no quiere vacancia’. Ni abras la boca conmigo. Se cae todo”.

Las cifras de aprobación presidencial en el sur (Kuczynski había pasado de 14% en febrero a 21% en marzo, según Ipsos-El Comercio), son coherentes con la percepción de Giuffra sobre el poco entusiasmo del “pueblo” ante la vacancia. Pero sus esfuerzos fueron vanos: honrando su temor, se cayó todo.

Un “todo” que no abarcaba a la totalidad de la geografía nacional. El mismo día y la misma tarde de la difusión de los llamados ‘kenjivideos’, una protesta llegaba a su tercer día de paro y sus primeras horas en la televisión nacional. Manifestantes protestaban en Olmos (Lambayeque) contra la construcción de la nueva ciudad. Irónica coincidencia ante la instalación de un nuevo gobierno.

Pasadas las páginas del penoso colofón, definido por lo ocurrido entre San Isidro y el Centro de Lima, ¿qué presencia han tenido las regiones en los primeros pasos de la neonata gestión del ex gobernador regional Vizcarra? Salvo una tímida referencia a su gestión en Moquegua, los cuatro ejes que planteó en su discreto mensaje –genéricos, como el mismo Vizcarra reconoció, a la espera de conformar su Gabinete– no le dan, por ahora, un peso importante a la política subnacional.

“Somos un país con futuro”, dijo Vizcarra al cierre, usando una frase que inundó los muros en distintas ciudades y carreteras peruanas en la segunda mitad de 1999. Ojalá sea solo una coincidencia.

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