(Foto: El Comercio)
Fernando Alayo Orbegozo

“Hola, mi nombre es Sebastian. Soy un canadiense de 36 años, padre, compañero y amigo [...] Tengo la oportunidad de estudiar durante tres meses con un curandero medicinal de la etnia shipibo-konibo, en una comunidad de Iquitos, Perú [...] Planeo ir allá y aprender cómo las plantas pueden ser utilizadas exitosamente para el tratamiento de las adicciones”.

En el 2014, Sebastian Woodroffe publicó en el portal web IndieGoGo una campaña para recaudar los US$10 mil que necesitaba para viajar a la Amazonía peruana y cumplir su objetivo: encontrar una cura alternativa a las adicciones, en lugar de la tradicional rehabilitación por desintoxicación.

Recaudó más de US$2 mil. No llegó a la meta. Tras ello, de acuerdo con la agencia de noticias canadiense CBC, sí logró viajar a la selva en varias ocasiones durante los tres últimos años. “Para experimentar con la ayahuasca, una bebida alucinógena, en retiros amazónicos”, según el testimonio de un amigo de él citado por ese medio de comunicación.

Esta semana, Woodroffe fue linchado por una turba en Yarinacocha, comunidad ubicada a siete kilómetros al norte de Pucallpa, en Ucayali. Era acusado por los moradores de haber asesinado el jueves último a Olivia Arévalo Lomas, lideresa de la etnia shipibo-konibo.

Dos crímenes

Arévalo fue hallada ensangrentada por su hija Virginia en el patio de su casa, situada en el centro poblado de San Pablo de Tushmo. Había recibido dos impactos de bala en el pecho y murió minutos después, según el parte policial. Las autoridades hallaron tres casquillos de bala en el lugar.

Horas después, en redes sociales se difundió un video en el que se apreciaba cómo unas 15 personas masacraban a un hombre semidesnudo. Se supo entonces que el sujeto podía ser Woodroffe, a quien la comunidad sindicaba como el asesino de Arévalo.

La policía indagó en la zona y halló unos restos enterrados en el monte, a un kilómetro de San Pablo de Tushmo. El sábado, peritos del Ministerio Público confirmaron que pertenecían al canadiense. La causa de muerte: ahorcamiento.

Fuentes de la División de Homicidios de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri) informaron que se manejaban dos hipótesis respecto al crimen de la lideresa indígena: la primera daba cuenta de que Woodroffe la asesinó luego de que ella se negara a hacer una sesión de ayahuasca; la segunda, que la mató debido a una deuda.
Esta última versión fue negada por los familiares de Olivia Arévalo.

Nueva investigación

El domingo el Ministerio Público confirmó, luego de varias diligencias, que el asesinato de Woodroffe estaría vinculado al crimen de Arévalo, por lo cual dispuso que la Segunda Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Yarinacocha, en Ucayali, iniciara una nueva investigación.

El caso estará a cargo de los fiscales Miguel Ángel Huamaní y Carlos Vilcashuamán. En tanto, la policía anunció que intensificará las pesquisas a través de operaciones encabezadas por la Macrorregión Policial Huánuco-San Martín-Ucayali y la Dirincri.

El Ministerio del Interior (Mininter) confirmó a El Comercio que ya se pidió la detención de uno de los sujetos implicados en el linchamiento de Woodroffe, luego de que fuera identificado a partir del video difundido.

La agencia CBC informó ayer que el Gobierno de Canadá, a través de su departamento de relaciones diplomáticas Global Affairs Canada, extendía “sus más profundas condolencias” por el crimen de Olivia Arévalo. “También tenemos conocimiento de que un canadiense fue asesinado en un incidente relacionado. Se están brindando los servicios consulares a la familia de este ciudadano”, indicó la oficina gubernamental a ese medio de comunicación.

-Versión de viceministra-

Antes de la difusión del video del linchamiento de Woodroffe, la viceministra de Interculturalidad, Elena Burga, dijo que “lo que sí se sabe es que un ciudadano canadiense” había cometido el crimen de Arévalo.

El Comercio buscó a la funcionaria reiterademante desde el día sábado. Al cierre de la nota, no hubo ninguna respuesta de su parte.

Ronald Suárez, máximo dirigente de la etnia shipibo-konibo, dijo ayer que los hombres que recurrieron al linchamiento “actuaron sin pensar y recurrieron a la justicia tradicional”.

“Hay poca confianza en la policía, debido a que los crímenes contra nosotros quedan impunes”, indicó al diario inglés The Guardian.

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