Terroristas tenían bajo constante amenaza a los comuneros de Libertad de Mantaro. Les revisaban los celulares y controlaban sus salidas del pueblo. (Foto: Alonso Chero)
Terroristas tenían bajo constante amenaza a los comuneros de Libertad de Mantaro. Les revisaban los celulares y controlaban sus salidas del pueblo. (Foto: Alonso Chero)
Enrique Vera

“Si llega el Ejército, digan que hemos venido. Digan que somos del Partido Comunista del Perú, que nos vengan a buscar. Digan la verdad, no hay por qué mentir. Digan todo tal como es y se acabó”.

El relato lo hace un agricultor al que llamaremos Marlon. Su voz áspera da cuenta del asedio que cada cierto tiempo sufrían los comuneros del centro poblado Libertad de Mantaro, en el distrito de Santo Domingo de Acobamba (Junín), por terroristas que se presentaban como miembros del Militarizado Partido Comunista del Perú. Así se autodenominan los remanentes de Sendero Luminoso que operan en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem) al mando Víctor Quispe Palomino ‘José’. Estos terroristas están al servicio de los narcotraficantes instalados en la selva: les dan información sobre el desplazamiento policial en la zona y los proveen de seguridad para los traslados de sus cargamentos de droga.

Marlon, sus dos hijos y tres familias más de Libertad de Mantaro duermen en una casa de dos ambientes a medio construir, en la ribera de un río. Están a cientos de kilómetros de su pueblo. Todos ellos huyeron luego de que el agricultor Teófanes Camargo Ponce fuera asesinado a balazos. Sobre el cadáver los asesinos habían dejado un papel con la frase “Así mueren los soplones”; y alrededor, varios panfletos desperdigados que llevaban la advertencia “Ahora faltan siete más”. Poco antes de aquel crimen, los padres de Teófanes, Irineo Camargo y Susana Ponce, dirigentes vecinales en Libertad, habían sido acribillados y arrojados por un abismo hacia el río Mantaro, en el anexo San Antonio de Carrizales.

El grupo armado que ingresaba a Libertad ya lo había advertido. “Soplones de los militares son. Así los llamaban”, recuerda Marlon. A unos veinte metros de su posición, un grupo de mujeres y sus hijos están instalados en un espacio igual de precario. Ahí preparan los alimentos que les regalan en los sembríos aledaños a esta pequeña colonia de desplazados.

Cuatro familias han llegado desde Libertad de Mantaro a este lugar. Viven en las dos casas que han podido levantar con los materiales que encontraron, pero eso no es raro para ellos. Dicen que en los días posteriores al asesinato de la familia Camargo Ponce, las mujeres, sus esposos e hijos se reunían en el local comunal y en algunas casas del pueblo para pasar la noche. Dormían tres o cuatro familias en un solo inmueble. A veces también permanecían allí y se acompañaban durante el día.

Libertad de Mantaro

—La vida bajo el terror—

“No salíamos a trabajar. Teníamos miedo, nos quedábamos para protegernos”, dice Ernesto Camargo, primo del asesinado Teófanes. Él sabe un poco de albañilería y ha empezado a construir una pared de concreto con algunos ladrillos que alguien le donó. Los demás comuneros lo ayudan. Es viernes y ha pasado un mes y 20 días desde que Eliseo Camargo, padre de Ernesto, encontró el cadáver de Teófanes en la plaza de Libertad.

Cuando los comuneros decidieron huir, Libertad de Mantaro vivía una escalada de terror. Teófanes ya había sido enterrado y la columna senderista aún merodeaba por el pueblo y los sectores vecinos. Pero esa historia no empezó con la muerte de los Camargo Ponce.

A inicios de agosto, al término de la fiesta patronal de Santiago, en el anexo de San Antonio de Carrizales, cuatro terroristas llevaron a un grupo de campesinos hacia la zona de Manantial. En ese paraje desierto les revisaron sus celulares para saber si alguno de los comuneros había estado en comunicación con las Fuerzas Armadas. Según se consignó en un oficio enviado por el Ejército a la fiscalía, luego de inspeccionar a los campesinos la columna senderista impartió mensajes proselitistas y se marchó hacia la quebrada de Cutiriani.

Cuando los comuneros decidieron huir, Libertad de Mantaro vivía una escalada de terror. Teófanes Camargo ya había sido enterrado y los terroristas aún merodeaban el pueblo. (Foto: Alonso Chero)
Cuando los comuneros decidieron huir, Libertad de Mantaro vivía una escalada de terror. Teófanes Camargo ya había sido enterrado y los terroristas aún merodeaban el pueblo. (Foto: Alonso Chero)

El acecho terrorista era tal que los campesinos debían informarles cuando iban a salir de Libertad de Mantaro, el lugar al que iban a ir y en cuánto tiempo volverían. Y aunque dejaran la comunidad por corto tiempo, hacerlo siempre les costaba más imprecaciones y amedrentamientos.

“De un momento a otro entraban y revisaban los celulares. Si salíamos del pueblo, nos decían que éramos chismosos, soplones”, dice Marlon.

Los comuneros comentan que para entonces ya sabían de las amenazas contra la familia Camargo Ponce. Esto lo confirma a El Comercio Elena Campos, la viuda de Teófanes, en el lugar a donde llegó con sus cinco hijos después de tres días de viaje a pie y en bus. Como todos los que huyeron de Libertad de Mantaro, ella escapó solo con lo que podía vender en el camino.

Antes del contacto en Manantial, los terroristas habían irrumpido en Libertad de Mantaro, en abril y julio, para reunir a la población. El teniente gobernador, Eladio Vega, y el agente municipal, Amancio Vega, han declarado ante la Fiscalía Especializada en casos de Terrorismo de Huancayo que en ambos casos los comuneros recibieron volantes llenos de consignas senderistas y fueron obligados a leerlos. Otros campesinos que detallan esto a El Comercio aseguran que en aquella ocasión la columna senderista acusó a la comunidad de estar en contacto con el Ejército y amenazó con aniquilar el pueblo. Estos comuneros y otras familias han sido acogidos por una institución estatal que por estos días los protege.

Eliseo Camargo recuerda que todas las casas en su pueblo han quedado llenas de sacos con las últimas cosechas de maíz que hizo con sus vecinos. Marlon hace un cálculo veloz y asegura que en Libertad de Mantaro solo hay siete personas de las 18 familias que vivían allí. La mayoría son ancianos que no hubieran resistido el largo trayecto de huida a pie. Entre ellos está su mamá, y él quiere regresar a traerla.

Ha pasado un mes y 20 días desde que Eliseo Camargo encontró el cadáver de su sobrino Teófanes en la plaza de Libertad de Mantaro. Sendero Luminoso lo había asesinado. (Foto: Alonso Chero)
Ha pasado un mes y 20 días desde que Eliseo Camargo encontró el cadáver de su sobrino Teófanes en la plaza de Libertad de Mantaro. Sendero Luminoso lo había asesinado. (Foto: Alonso Chero)

—En puntos—

Crimen: el agricultor Teófanes Camargo Ponce fue asesinato de ocho balazos el martes 22 de agosto. Los terroristas que lo acribillaron dejaron un papel con la frase “Así mueren los soplones”.

Asesinatos selectivos: el caso de los esposos Camargo Ponce, dirigentes vecinales en Libertad de Mantaro, constituye el más reciente asesinato selectivo en Santo Domingo de Acobamba (Junín). Años atrás, en distintos caseríos de ese distrito, fueron ultimados un juez de paz, un dirigente comunal, un profesor y un jefe de ronda campesina.

Cabecilla: algunos comuneros de Libertad de Mantaro aseguran que los terroristas que ingresaban al pueblo estaban encabezados por Eleachín Huamán León alias ‘Julio Pucañahui’. Se trata de un mando medio de los remanentes de Sendero Luminoso en el Vraem que hoy se autodenominan Militarizado Partido Comunista del Perú. Este grupo terrorista opera al servicio de narcotraficantes en la selva.


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