A Eliane Karp la conoció en Stanford. Se casaron en Sunnyvale, también en California, en 1979. (Foto: Difusión)
Alejandro Toledo
Fernando Vivas

El no hizo cálculos legales, ni económicos, ni políticos cuando decidió esperar su suerte en el norte de California. El área de la bahía de San Francisco es su segunda patria. Allí se formó académicamente, allí se hizo adulto y allí ha echado raíces tan o más profundas, tan o más retorcidas, que las que echó aquí.

sabía que los fiscales y la policía iban a llegar muy pronto a su casa de Camacho, en Lima. Si una de tus dos patrias se vuelve insegura, ¿qué haces?, te vas a la otra. Por eso, en enero del 2017, voló con Eliane Karp a San Francisco. (Es cierto que unos días después, el 10 de febrero, cuando se expidió la orden de captura internacional, intentaron volar a Tel Aviv, pero el gobierno de Israel evitó el viaje. En Israel, Karp, quien también tiene la nacionalidad de ese país, hubiera estado blindada, pero la situación de Alejandro allá hubiera sido tan precaria como lo es ahora en EE.UU.).

—Los años maravillosos—

En 1965 empezó a cocinarse el viaje del joven Alex –así lo llamaban los gringos Nancy y Joel Meister– a San Francisco. Esos dos voluntarios del Peace Corps se habían instalado en Chimbote y juraron que ayudarían al escolar ambicioso a estudiar en Estados Unidos. Exploraron con él varias posibilidades de becas y facilidades, y escogieron la USF (Universidad de San Francisco), pues estaba cerca de donde ellos, recién casados, iban a residir. Además, le buscaron trabajo con una familia de la zona.

A fines de los 60 (ha dado distintas versiones sobre el año de su partida), Toledo dio un nuevo rumbo en su vida. Partió de Chimbote al Jorge Chávez y un vuelo de Panagra con varias escalas lo llevó a San Francisco. Así lo cuenta en su temprana autobiografía, “Las cartas sobre la mesa” (1995), publicada para su campaña del 95. No fue, pues, Lima la primera metrópoli en su vida, sino San Francisco, esa ciudad que vivía de vanguardia en vanguardia. Los atribulados beatnicks del barrio de Haight-Ashbury habían dado la posta a los más relajados hippies de la vecina Berkeley, y en el barrio de Castro, no muy lejos de Lone Mountain, donde queda la USF, se exploraba la sexualidad alternativa sin pudor.

En esa metrópoli de luces cayó el joven ancashino a hacer su ‘crossover’. En el 2001 hice un reportaje sobre su pasado universitario y la USF, pequeña universidad de jesuitas, me ayudó a ubicar a exalumnos y profesores que lo habían conocido. Conversé con Donato Tapia, de ascendencia mexicana, quien había compartido habitación con Toledo en la residencia estudiantil. Lo describió como el más sociable de su promoción (presidió el club de estudiantes latinos) y recordó que, cuando hablaban a solas en el cuarto, solían fantasear con que los jesuitas, por varios siglos, habían formado a reyes y emperadores y, por lo tanto, estaban en el lugar correcto para cumplir sus metas.

Terminados sus estudios de economía, que los culminó en parte gracias a la beca que obtuvo por jugar fútbol en el equipo de la USF, se trasladó a la mucho más grande y ranqueada Universidad de Stanford, en el corazón de Silicon Valey, a menos de una hora de San Francisco. La gran ciudad sobre el Pacífico seguía siendo su metrópoli y desde su aeropuerto empezó a viajar por el mundo, antes de mudarse con su flamante esposa Eliane Karp, a Lima, a inicios de los 80. Su boda, por cierto, también fue en California, en la casa de Lois Blair, amiga de la pareja, que fue invitada a la toma de mando en Machu Picchu, el 28 de julio del 2001. También fueron invitados Nancy y Joel, sus amigos del Peace Corps, y Martin Carnoy, profesor de Stanford. Juró como presidente del Perú rodeado de su familia peruana y de seres queridos de su otra patria. Nunca olvidó a California.

—Adiós, Menlo Park—

Al fin de su quinquenio, en el 2006, Alejandro y Eliane optaron por echar dos anclas, una en Lima, en su casa de Camacho; otra en la Bay Area, cerca de Stanford, donde, según las temporadas, uno era profesor, la otra investigadora. Durante el gobierno de García, pasaron temporadas en California, interrumpidas por varios viajes y vueltas al Perú, donde, no olvidemos, también tienen una casa de playa en Punta Sal. En los últimos años, cuando la universidad recibió varias consultas periodísticas sobre sus procesos judiciales, esta aclaró que era simplemente un ‘visitor’, con los derechos que asisten a los exalumnos para ir a eventos y usar las facilidades de los tantos institutos regados por el campus.

La campaña del 2011 lo llenó de expectativas de volver al poder; pero, a partir del 2013, cuando estalló el escándalo de Ecoteva (la ‘offshore’ a través de la cual compraron una oficina y pagaron las hipotecas de sus otras propiedades), su desprestigio y su desgaste hacían imposible pensar en la posibilidad de triunfo en el 2016. Si Alejandro volvió a lanzarse es muy probable que lo hiciera para fortalecer la coartada de la persecución política una vez que el Caso Ecoteva reviviera y lo complicara.

Su desgracia ocurrió antes de lo que pensaba. El mismo 2016 estalló el capítulo local del Lava Jato, incluyendo la revelación de que la Interoceánica, la obra más costosa licitada en su gobierno, estaba plagada de coimas. Luego vinieron las declaraciones de Barata y, ¡zas¡, la confesión de que pagó US$20 millones al expresidente. Como si tamaño destape no fuera suficiente, el principal testaferro en esa operación, Josef Maiman, también se plegó a la colaboración eficaz.

Era inevitable que, una vez que la justicia en California viera el pedido de extradición, su vida diera un vuelco. Alejandro ha hecho la más dramática mudanza dentro de la misma Bay Area: de Menlo Park, cerca de Stanford, al mismo San Francisco. Es un viaje inverso al que hizo en los 70. Y, de allí, dentro de poco, si todo sale como las evidencias mandan, volverá al Perú, con pena y sin gloria.

Encuesta nacional

Solo el 1% de peruanos considera que Toledo es inocente. La mayoría cree que será extraditado.

¿Cree que Alejandro Toledo es culpable o es inocente de haber recibido coimas cuando fue presidente de la República?

Es culpable 94%

​Es inocente 1%

¿Considera que EE.UU. entregará o no a Alejandro Toledo para que sea juzgado en el Perú?

Sí lo entregará 65%

No lo entregará 23%

Encuesta nacional urbana de El Comercio-Ipsos. 1.011 casos. Margen de error +/-3,08.