Se archivó por fin el caprichoso proyecto de adelanto de elecciones luego de dos meses de discusión pública intensa en la que no se habló de otro tema que no fuera ese, paralizando el país e instalando una discordia política absolutamente gratuita. Pero el gobierno, en lugar de aceptar la decisión del Congreso, poner fin a la guerra y permitirle al país respirar aliviado, salió a agredir por boca de Salvador del Solar a los congresistas acusándolos de anteponer sus intereses personales a los del país –como si el adelanto de elecciones fuera bueno para el país– y, peor aún, salió a llamar veladamente a la calle para que se movilice contra el Congreso, pasando por encima de la división de poderes y de los controles horizontales consustanciales a una democracia liberal. Algo propio del fascismo político, del populismo extremo o del autoritarismo competitivo, como quiera llamársele.
Eso de andar empeñado en una guerra a muerte contra el Congreso es bueno para la popularidad, pero destructivo para el país. Por eso, harían mal las 6 bancadas del Congreso que votaron a favor del archivamiento en reaccionar a los ataques del Ejecutivo con ataques al gobierno. Sería caer en el juego populista del presidente y darle el gusto a quienes quieren demostrar que el Congreso sigue siendo obstruccionista. Pedro Olaechea planteó desde el 27 de julio un trabajo conjunto en torno a temas coincidentes con el Plan Nacional de Competitividad, pero recibió la respuesta del adelanto de elecciones. Intentó un diálogo pero luego se vio arrastrado a la guerrilla verbal con el presidente. Me parece que al final no hizo el esfuerzo suficiente para convocar al Consejo de Ministros a concertar la agenda legislativa como lo manda el art. 29 de la ley del Congreso.
Pero ahora hay varias voces que están pidiendo la elaboración conjunta de una agenda país al 2021. Se lo he escuchado a Luis Iberico, a Miki Torres, a Luis Galarreta, a Juan Sheput, a Gilbert Violeta, a Carlos Bruce, a Jorge del Castillo e incluso a la dura vocera de Fuerza Popular, Milagros Salazar. ¿Tan difícil es sentarse a dialogar cuando ni siquiera hay diferencias ideológicas?
Lo único que impide un acuerdo es la voluntad de mantener la confrontación para sacar réditos políticos. Por eso, fue una buena noticia el trascendido de que en los últimos días se estuvieron desarrollando conversaciones entre Salvador del Solar y algunos políticos de diversas bancadas para buscar una salida al entrampamiento creado a partir del 28 de julio. La idea era adelantar 6 meses las elecciones restableciendo el Senado y acordando una agenda de reformas políticas y económicas fundamentales. Muy bien. Pero si se acuerda esa agenda, ¿para qué el adelanto de 6 meses? Si hay agenda común ya no hay crisis y el adelanto pierde sentido.
Debe continuarse con esas conversaciones. Sería una lástima que Del Solar haya sido desautorizado por el presidente Vizcarra o, más grave aún, que haya caído en la tentación de subir su popularidad atizando la guerra con arengas belicosamente demagógicas tales como “No permitamos que nuestros derechos, una vez más, sean pisoteados”.
Lo que no queremos es que el destino del país sea pisoteado por vanidades políticas de ninguna especie.