Agresiones suicidas, la columna de Jaime de Althaus
Agresiones suicidas, la columna de Jaime de Althaus
Jaime de Althaus

Carlos Tapia dijo hace poco que la izquierda estaba feliz viendo desde el balcón cómo los dos partidos de derecha que se enfrentan en la segunda vuelta se dan de cachetadas entre sí, sin tener mayores diferencias programáticas.

Si la segunda vuelta deja unas heridas difíciles de restañar, le será difícil al gobierno entrante, sobre todo si es , llevar adelante las reformas necesarias para institucionalizar y relanzar al país, y la izquierda tendrá servidas las elecciones del 2021.

Las imputaciones llegan a extremos delirantes. En el debate “técnico”, José Chlimper acusó a PPK de traidor a la patria por haber entregado el gas a las transnacionales, y Juan Sheput sostuvo que reimplantará poderes en la sombra con Hernando de Soto de neo-Montesinos. Quizá sea que la segunda vuelta es demasiado larga y entonces las ideas se vuelven monótonas y son reemplazadas por una espiral de agresiones cada vez más subidas de tono, o que, como decía Claude Lévi-Strauss, la realidad siempre se estructura en opuestos y entonces tenemos a la defensora de los pobres frente al representante de las grandes empresas, o la garantía de la democracia frente a la amenaza de la dictadura, cuando, en realidad, no hay grandes distancias. 

Los planes de gobierno tienen tales coincidencias que, gane quien gane, si aplica su plan, lo que tendríamos es un fuerte impulso a las reformas judicial, policial, del Estado y a la formalización. Ambos plantean desregular y simplificar radicalmente, reformar la Sunat, profundizar el servicio civil meritocrático, gestión por resultados, digitalización total del Estado, reforma de la gestión de la obra pública y de la relación con los gobiernos subnacionales para mejorar su eficiencia. También impulsar la diversificación productiva y extender masivamente Sierra Productiva o Haku Wiñay en el mundo rural andino, así como fórmulas para facilitar la inversión minera. 

Por supuesto, la búsqueda de votos empieza a comprometer algunas de estas reformas. Fuerza Popular (FP) regresiona en el 24 x 24 y Peruanos por el Kambio retrocede en el seguro de desempleo como alternativa a la CTS. FP firma un riesgoso acuerdo con los mineros informales y Peruanos por el Kambio otro con el ‘establishment’ laboral  antifujimorista –la CGTP–, complicando la reforma laboral.

En realidad, el país tiene una oportunidad única: por primera vez desde el 85 habrá un Congreso con una mayoría clara, que permitirá aprobar incluso reformas constitucionales si se suman los votos de FP y Peruanos por el Kambio. Pero sobre todo si gana PPK, tendrían que ser capaces de hablar, cuando menos para obtener facultades legislativas. A Keiko Fujimori no le convendría un país desastroso el 2021, abonado para la izquierda, aunque tampoco querrá asociarse demasiado al gobierno. Y, si gana, tendrá que conversar si quiere hacer buena letra democrática, como se lo propone, para borrar la imagen del 90. Keiko sería a Alberto como Alan II fue a Alan I.

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