"Las menciones en los interrogatorios de Lava Jato o en los audios de Los Cuellos Blancos del Puerto deben producir más nerviosismo que cualquier plan chavista expropiador". (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
"Las menciones en los interrogatorios de Lava Jato o en los audios de Los Cuellos Blancos del Puerto deben producir más nerviosismo que cualquier plan chavista expropiador". (Foto: Anthony Niño de Guzmán / El Comercio)
/ ANTHONY NI„O DE GUZMAN
Redacción EC

Eduardo Dargent

¿Qué llevó al fujimorismo y sus aliados a perder su ventaja estratégica y regalarle al gobierno la ? Fue suicida intentar impedir a lo bruto que se presentara la confianza, luego pretender elegir seis magistrados (se eligió uno… ni siquiera tenían los votos) y recién después votar el pedido del Ejecutivo. Pudiendo conceder la confianza y luego elegir un con mejores credenciales pero cercano a sus intereses, y sus aliados regalaron un penal en el último minuto. ¿Por qué?

Estoy de acuerdo con las explicaciones, como las de Martín Tanaka en este Diario, que apuntan a la arrogancia y ensimismamiento de estos grupos. En ciencia política con frecuencia explicamos diversos fenómenos apelando a la tendencia de quienes participan en grupos cerrados a solo escuchar a sus parciales. Partidos obreros europeos, células revolucionarias, gabinetes militares, son ejemplos discutidos en la literatura de grupos que tomaron malas decisiones por no romper sus “cámaras de eco”.

Este ensimismamiento explica, en parte, el proceder de Fuerza Popular. Los chats son una evidencia maravillosa que muestra en qué medida sus líderes solo se escuchan entre sí o a analistas que les celebran las travesuras. Su caída constante en las encuestas no los hace recapacitar. Más bien endilgan su desgracia a los medios ‘mermeleros’ que manipulan la información o, ya en la negación máxima, a las encuestadoras mentirosas.

La cosa se pone peor cuando estas creencias se basan en historias alucinadas donde solo faltan los reptilianos. Cuando el presidente del Congreso nos dice que los conflictos sociales en el Perú se dan porque George Soros especula con el precio del cobre o la líder fáctica del fujimorismo congresal señala que Vizcarra, un derechoso ingeniero pragmático, es un castro-chavista, se acaba la polis y comienza Macondo.

Pero quedarnos en la psicología de grupos sería ocultar buena parte de la película. Como han señalado otros analistas, como Rosa María Palacios, Marco Sifuentes o Alberto Vergara, también hay un “mundo de abajo”, de corrupción y amarres ilegales, que determina las conductas públicas. Las menciones en los interrogatorios de Lava Jato o en los audios de Los Cuellos Blancos del Puerto deben producir más nerviosismo que cualquier plan chavista expropiador.

Cuando algunos gritan “democracia”, “justicia” y “libertad”, yo escucho “porcelanato”, “coima” y “hermanito”. Es más, hay que distinguir entre los que creen las historias conspirativas y quienes las usan como recurso para detener las investigaciones. Hay entonces disonancia cognitiva, pero sospecho también harta “disonancia corruptiva” que veía la captura del TC como una necesidad.

Existe otra dimensión de lo sucedido que merece explorarse más y que solo dejo planteada. ¿Qué pasó en Acción Popular y Alianza para el Progreso, grupos que ganan manteniendo distancia de Fuerza Popular, para que se embarcaran en la elección de miembros del TC y la posterior asunción de Mercedes Araoz? El costo es tan claro que César Acuña se desmarca con furia y Mesías Guevara se lanza con todo contra sus congresistas. ¿Qué llevó a estos grupos a apoyar al fujimorismo? ¿También preocupación por las investigaciones? ¿Querían su magistrado en el TC? ¿Espíritu de cuerpo? Historia en desarrollo.