Producción minera e hidrocarburos creció 14,27% en julio
Producción minera e hidrocarburos creció 14,27% en julio
Jaime de Althaus

La polémica versus industria (diversificación) o agricultura es el reino de las falacias. David Rivera, por ejemplo, se queja en su columna de que en el Perú la minería monopoliza el debate y las políticas públicas en desmedro de la diversificación, industria, la agricultura, el turismo, etc.

Si la minería ha estado por momentos en el centro del debate público, no ha sido por el poder mediático de los defensores de la minería, sino por la absurda oposición a ella en un país cuya aventajada palanca para conseguir el desarrollo y eliminar la pobreza es precisamente la minería.

Hay que ser insensible o necio para no indignarse o quedarse callado cuando en un país que tiene tantas necesidades en educación, salud, desnutrición infantil, infraestructura, investigación, etc., haya quienes se solacen con el triunfo pírrico de paralizar proyectos mineros por US$24 mil millones, privando a los peruanos de los recursos necesarios para invertir en esos sectores claves para salir de la pobreza y proyectarnos precisamente a una economía más diversificada. Carranza ha demostrado que si toda la cartera de proyectos se ejecutara con un clúster a la australiana, esto agregaría 7,6 puntos al PBI.

Saquémonos de una vez de la cabeza la idea de que la minería crece a costa de lo demás. Un estudio del IPE demostró que la minería actual está altamente integrada con los demás sectores. La minería genera diversificación: demanda insumos industriales, metalmecánicos, servicios, diseño de ingeniería, construcción, alimentos, etc. También genera investigación. Australia y Canadá exportan cuatro veces más minería que el Perú, y son economías diversificadas.

La dicotomía minería vs. diversificación es una falacia, un mito. En los últimos 20 años las exportaciones no tradicionales han crecido, en volumen, a una tasa tres veces superior a las mineras, pese a la importante inversión minera que hubo. La agroexportación ha sido la gran estrella. Centremos la discusión en las reformas de competitividad necesarias para recuperar su impulso. 

La minería moderna genera no solo industria. También agricultura: construye reservorios, foresta, cosecha y regula el agua. Genera activos ambientales, no pasivos como la de antaño o la ilegal. Lo inteligente, antes que seguir postulando dicotomías falaces y simplistas, sería proponer una gran alianza minería-agricultura andina. Una “hermandad” minería-agricultura la ha llamado Roque Benavides. Pero alguien debe articular eso.

Y sostener que las políticas públicas favorecen a la minería y que otros sectores no tienen la misma importancia es sencillamente falso. Mientras la minería paga casi 50% en impuestos a los ingresos (renta, regalías, utilidades laborales, gravamen minero, etc.), el sector agrícola y agroexportador paga solo 15% de Impuesto a la Renta y tiene un régimen laboral simplificado. El presupuesto público del sector agrario es de 3.532 millones de soles, mientras que el de la minería solo 123 millones de soles, es decir, casi ¡30 veces menos!

La verdad es la contraria: las políticas para promover la inversión minera no funcionan: muchos proyectos no salen y casi no hay nuevos para el futuro. El Estado no es capaz. Lo que debería preocuparnos es qué hacer para tener mucha más inversión minera, a fin de diversificar la economía y tener recursos para todo lo demás.

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