Tres encuestas han confirmado algunas tendencias a cinco meses de la primera vuelta electoral.
Una es el estancamiento de Alan García en 9%, pese a su lanzamiento oficial, a haber aparecido en medios con alcance nacional y a haber sido el primero en subirse a las críticas a las AFP. No logra recuperar siquiera el 11% de setiembre. Quienes afirman que definitivamente no votarían por él se sostienen en 65%. Tiene al menos tres problemas. El primero, la chapa “candidato de los narcos” y todo lo que trae consigo. Si el ataque del Apra ha sido letal para el Gobierno y para las aspiraciones políticas de la primera dama, podríamos decir que el daño ha sido mutuo y que García puede ver comprometido su intento de ser otra vez presidente. El segundo problema es su falta de credibilidad (que se meterá con las AFP o con los ‘services’, por ejemplo). Y el tercero, su lenguaje y forma de comunicación, que chocan con una generación a la que debe parecerles un aburrimiento. Los tiempos han cambiado, y García aparentemente no. Sus pretensiones se complican más porque a diferencia del 2006, no hay solo un opositor a quien demonizar como lo hizo con Lourdes Flores en primera vuelta y con Ollanta Humala en segunda. Y menos alguien que despierte los temores que despertaba el actual presidente por entonces. Si se preparaba para construir alguna sombra sobre PPK, ahora que César Acuña lo ha pasado tendrá que crear dos. ¿Le funcionará?
Acuña es la sorpresa en lo que va de la campaña. Es el que más ha subido en el último mes (cuatro puntos) hasta ubicarse tercero con 10%. A su favor continuará jugando la red empresarial-política que ha construido a partir y alrededor de sus universidades. Según este Diario, Alianza para el Progreso es la agrupación que más autoridades colocó en la última elección (143 alcaldes distritales y 19 provinciales). Pero también lo impulsará la imagen de un emprendedor que la hizo gracias a la educación. Sin duda, una variable aún por explotar, particularmente en la clase media que emergió en la última década. Sus puntos débiles son ya conocidos, pero no todo lo difundidos que ahora serán. Y si hay de los que ya conocemos, seguramente habrá más. ¿Se lo podrán “bajar”?
Sobre PPK, en la primera vuelta del 2011 llegó al 18,5% de los votos. Hoy está en 16% (sube dos puntos). El trabajo que viene desplegando en diferentes partes del país debe ayudarlo a sostener la tendencia. ¿Su techo? Su nivel de resistencia es de los más bajos, 44%. Pero la campaña recién empieza. Además de los ataques que vendrán principalmente del Apra, el efecto Acuña podría tener también un efecto sobre él.
Keiko Fujimori, sólida en su 34%, mantiene el nivel más bajo de resistencia (40% no votaría definitivamente por ella). Pero aún no ha movido todas sus fichas. Si efectivamente logra desprenderse del entorno de su padre y presenta un equipo de campaña y una lista para el Congreso que transmita renovación, podría subir algo más. Es sin duda quien mejor está manejando los tiempos electorales. Tiene la ventaja de que nadie pretende meterse con ella en esta primera vuelta. A la larga, apariciones como la de su padre en las páginas de este Diario podrían terminar jugándole una mala pasada. ¿Sabía Keiko de la entrevista que concedió Alberto Fujimori haciendo alarde de su interés y participación en la campaña?
Comentario final merece la aparición de Verónika Mendoza con 2% de intención de voto. Ha afinado el discurso poniendo énfasis en problemas más cercanos a la gente. Su ritmo de viajes y actividades aumentará el porcentaje de quienes la conocen y de quienes pretenden votar por ella. Tiene espacio para seguir creciendo. Si César Acuña se posiciona en la clase media emergente y Milton von Hesse logra capitalizar el apoyo que mantiene el Gobierno en las zonas rurales, podría ver limitado ese espacio. Veremos.
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