Política de callejón, por Cecilia Valenzuela
Política de callejón, por Cecilia Valenzuela

Nadine presidenta. En costa, sierra y selva, Nadine presidenta” gritaba, insistentemente, la portátil instalada por el nacionalismo ayer en el Congreso. En ese preciso momento, la primera dama abandonaba el palco de honor donde había escuchado el mensaje presidencial en compañía de sus hijos y de su amiga Rocío Calderón Vinatea, la que le presta su tarjeta de crédito para las compras de lujo y su nombre para las transferencias de Venezuela. 

El último discurso de , en Fiestas Patrias, había sido anodino y por momentos, falaz. Sin una pizca de la autocrítica que, ilusamente, los analistas esperaban.

Mientras sus seguidores vivaban por ella, Nadine Heredia apretaba la carrera y alcanzaba a su marido que, forzando una sonrisa, pasaba revista a las tropas ubicadas en la cabecera de la Política de callejón plaza Bolívar, frente al Parlamento.

Cuando la pareja presidencial y los ministros estuvieron juntos, enrumbaron inmediatamente hacia Palacio de Gobierno. A diferencia de otros años, esta vez, deliberadamente, Ollanta Humala y Nadine Heredia caminaron tomados de la mano por delante y a tres pasos de distancia del Gabinete.

Toda la ceremonia protocolar del 28 de julio había estado plagada de gestos ariscos, cuando no arrogantes, de parte de la pareja presidencial. Humala entró al hemiciclo mirando únicamente en dirección a sus ministros. En ningún momento saludó, ni siquiera con una venia, a las distintas bancadas de la oposición.

Mientras leía el discurso, la misma portátil que había agredido a la viuda del periodista Hugo Bustíos el día que se inició el juicio oral contra Daniel Urresti, insultaba a los congresistas opositores.

En ese ambiente, el comportamiento de la oposición se tornó aun más gélido. En muy rara ocasión se vio a uno de sus representantes aplaudir una frase leída por el presidente.

Los que vieron por televisión no apreciaron lo que realmente ocurrió en el hemiciclo. Sin embargo, cada detalle nos indica que el nivel de confrontación política que vivimos los últimos cuatro años solo se incrementará en los próximos 365 días.

Horas antes de iniciarse la transmisión del mensaje, políticos y analistas abrigaban la esperanza de que el presidente alternaría el recuento de lo que consideraba sus aciertos con la aceptación de algunos de sus errores y que lo haría, fundamentalmente, para recuperar la confianza que le perdió la ciudadanía.

Los menos entusiastas nos conformábamos con que hiciera un llamado a la unidad ante la inminencia de El Niño extraordinario, que llegará con el verano y las consecuencias económicas de la baja de los precios de los minerales.

Pero nada, ni una palabra sobre inversión ni sobre los proyectos mineros paralizados. Al contrario, volvió a hablar del gas como si estuviera en la campaña del 2011, claro que no mencionó que ahora importamos gas de Bolivia.

Y como en un cuento de García Márquez, citó la construcción del puente Eternidad, el que construyó Antalsis en Huancayo y que según varios informes periodísticos no une ninguna carretera.

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