Póngase de acuerdo con usted mismo, por Diana Seminario
Póngase de acuerdo con usted mismo, por Diana Seminario
Diana Seminario

Cuando el lunes pasado vimos al presidente Pedro Pablo Kuczynski y a Keiko Fujimori darse la mano y sonreír, pensamos que por fin la zozobra de los enfrentamientos sin sentido había terminado. Que era posible mirar el Perú con esperanza, que podíamos pensar en la tan anhelada reconciliación. Pero bastaron unos días, y una sola declaración para volver a los dimes y diretes que lamentablemente solo nos hacen retroceder.

“Ha sido una conversación muy útil, franca y constructiva. Nos hemos centrado en los temas del presente y del futuro”, fueron las palabras de al final del encuentro auspiciado por el cardenal Juan Luis Cipriani. Fue reconfortante escucharlo. Por fin las ofensas e insultos de la campaña eran parte del pasado. Las heridas empezaban a curarse. Al menos eso creíamos.

“No nos dejaremos pisar por una mayoría en el Congreso que ganó la primera vuelta pero no la segunda que es lo que vale”. ¿Dónde quedó el estadista conciliador, el hombre prudente que parecía haber entendido que en la confrontación solo ganan los que viven de ella?

Luego de esta provocación a la mayoría parlamentaria concluyó diciendo: “Se acabó la transición, ahora tenemos que gobernar para los que nos eligieron y para todos los peruanos”. Es, pues, contradictorio que el mismo presidente que levanta la voz para decir que no se dejará pisar por los que ganaron “la primera vuelta” pretenda ahora sí gobernar para todos. (¿Incluidos los que perdieron la segunda vuelta?).

¿Cómo haríamos? ¿Se puede gobernar para todos con una mayoría parlamentaria a la que continuamente se la tacha de autoritaria y casi dictatorial? ¿No es acaso esa mayoría la llamada a darle al presidente la estabilidad política que el país necesita? ¿No son esos 72 congresistas los que deberán aprobar las normas que el Ejecutivo tarde o temprano le solicitará para cumplir con su plan de gobierno?

Lamentablemente, los hechos de esta semana contradicen al propio mandatario, quien concluyó una ronda de diálogos con todos los partidos políticos con sitio en el Parlamento y que no recibió de ellos ninguna amenaza a la gobernabilidad tras sus respectivos encuentros. El golpe vino precisamente de quien debe fomentar la unidad, no de ningún grupo de la oposición. Lo que parece necesitar el presidente es un diálogo sincero consigo mismo y así llegar a un acuerdo con las dos personalidades que parece habitaran en él.

En este ambiente, el primer ministro ha convocado para mañana a una sesión del Acuerdo Nacional. Algunos voceros del fujimorismo han adelantado que vienen estudiando su presencia a esta cita. Esperemos que vayan, pues de lo contrario serán vistos como los que se oponen a conversar. Confiamos en que todos acudan sin excepción y que sea el primer ministro Fernando Zavala quien asuma el diálogo con propósitos claros y medibles. Él es el llamado a poner paños fríos, calmar las aguas y remar para adelante.

Porque, finalmente, no se trata de quién pisa a quién, ni de quién golpea más fuerte al otro o quién levanta más la voz. De lo que se trata es de sumar, de confluir en un solo objetivo que es el Perú.

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