“Haber convocado a otras fuerzas está entre la hazaña temeraria y el deber concertador”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
“Haber convocado a otras fuerzas está entre la hazaña temeraria y el deber concertador”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Fernando Vivas

Fue una crisis total del Gabinete sin que la pida Mulder y sin que la voten los fujimoristas. Ni un alma de las 18 que nombró Meche Araoz repitió el plato. La ironía es que, esta vez, ninguno estaba obligado a irse por ley, pues solo el presidente había renunciado.

Pero la continuidad de Araoz y de los ministros afines a PPK era inviable. tenía que hacer el corte que obligaban las circunstancias y pedía la precaria coalición congresal que lo apoya. Hubiera podido mantener a algunos pero prefirió, en una decisión firme –la dejó escrita con sangre en su primer mensaje a la nación–, botar a todos, incluyendo a los intachables. Así, el corte fue suficientemente profundo y se hizo de más carteras para aliados díscolos.

Tengan en cuenta que este Gabinete urdido por Vizcarra y no solo está conversado con partidos y bancadas, sino también con gremios y colegios profesionales. En los diez días que duró la selección no solo hubo carteras ofrecidas por el nuevo gobierno a ilustres independientes, sino reclamadas por los colectivos. Y llegó a su máxima expresión un fenómeno que ya se insinuaba en anteriores crisis: las listas de profecía que busca autocumplirse. En redes, circularon gabinetes completos, en diversos grados de retorcimiento y candor, sugiriendo nombres a pedido y exponiendo a otros al abucheo.

El primer paso de Vizcarra era previsible: un hombre de confianza, Edmer Trujillo, en una cartera cara para él, el MTC. Y colgó una foto en sesión de trabajo con Villanueva para que quede muy claro que se repartía con él la tarea de ‘head hunter’. Me cuentan que ambos hicieron muchas llamadas, consultando a vacas sagradas sectoriales para conocer sus recomendaciones, mandaron a pedir currículos a varios viceministros y hasta hicieron algunas entrevistas personales a candidatos que se quedaron en ascuas. A continuación, algunas de esas historias.

—¿Y quién nos va a educar?—
Educación fue un parto de los montes. Para Vizcarra, es una ‘cartera madre’, fuente de su relato de éxito moqueguano; así que no puede caer en cualquier cabeza caliente que enerve la protesta de ‘con mis hijos no te metas’ o la tumbe la primera huelga magisterial. Por eso, hubo consultas con Jaime Saavedra y con el Consejo Nacional de Educación y se buscó la venia de los opuestos. Sé de buena fuente que Flor Pablo, directora regional de Educación de Lima, fue fichada y el sábado previo a la juramentación del lunes se entrevistó con Vizcarra y Villanueva en Palacio. Muchos dieron por hecho que era la elegida, pero el domingo recomenzó la búsqueda. Los amigos de Pablo interpretaron que el ala conservadora del fujimorismo la había vetado, teniendo en cuenta que es mujer afecta al enfoque de género. Hablé con un operador de Villanueva y me dijo que pesaron otros factores profesionales que los hizo inclinarse por Daniel Alfaro. Sin embargo, un personaje ilustre en esta historia me dijo que Flor Pablo padeció un veto conservador.

Salud, otro sector clave para los pactos sociales, fue otro alumbramiento con fórceps: en el bolo estuvieron personalidades como Ciro Maguiña y Eduardo Gotuzzo, pero optaron por Silvia Pessah, alguien más alejada de las demandas de los gremios del sector.

—Mira tú, los partidos—
Una peculiaridad del Gabinete Villanueva, entre la hazaña temeraria y el deber concertador, es haber convocado a otras fuerzas políticas a participar en el Gabinete o, al menos, hacerlas sentir que tienen facultad de injerir y, eventualmente, vetar.

En el MEF, cartera capital, estuvo claro, para gobierno y fujimoristas, que Elmer Cuba hubiera forzado la percepción de una alianza. Luis Carranza fue el principal consultado; y David Tuesta, su recomendado. La figura del gran experto consultado también se habría dado con el laboralista Javier Neves en Trabajo. Esa fue una de las razones por las que se eligió a Christian Sánchez, otro laboralista prosindical como Neves.

Pero la elección de Sánchez, a quien los gremios empresariales tienen entre ceja y ceja desde su actuación en la Sunafil (ente supervisor del mundo laboral), delata un guiño a la izquierda política y sindical. En el caso de Liliana La Rosa, ex frenteamplista fichada para el Midis, habría –aunque lo nieguen en todos los tonos– más que un guiño a Marco Arana. Durante las coordinaciones para la vacancia, Arana anduvo cerca de Villanueva y allí bien pudo establecerse un acuerdo informal. La cercanía de La Rosa a Arana es muy grande como para pensar en otra razón que explique su elección. Su hoja de vida, además, no está ligada al Midis, sino a la salud pública.

Salvador Heresi, en Justicia, fue otra elección, esta sí, de explícito alcance partidario. Secretario general de Peruanos por el Kambio, pero disociado del ex presidente en los últimos días, Vizcarra, al fichar a Heresi y no a otro ppkausa, dio un mensaje equilibrado: mantiene a los ppkausas shockeados en las filas del oficialismo, pero marca un corte con el pasado reciente, al fichar a alguien que no se destacaba por ser escudero.

El fichaje de vices hasta alrededor de un tercio del Gabinete revela que conseguir ministros se ha vuelto complicado en el Perú después de los dislates de PPK y de las interpelaciones naranjas. Pero, además, revela confianza en cuadros técnicos que asegurarán estabilidad tras tanto sobresalto. Por eso, me cuentan, hubo un pedido generalizado de las hojas de vida de los vices.

La posibilidad del retorno de algún ex ministro que hubiera renunciado antes de la debacle ppkausa estuvo abierta. Carlos Basombrío estuvo en el bolo del Interior, pero prefirieron a un policía como Mauro Medina, contentando a las bases policiales. Que se ajusten los fajines, que el vuelo recién parte.