Convertirse en madre trae emoción y mucha felicidad. Sin embargo, para algunas mujeres este sueño no es tan fácil de alcanzar. Muchas veces se convierte en un camino que requiere de valentía, fe y, sobre todo, optimismo. Esto es algo que Melissa Medina sabe muy bien, pues luego de dos pérdidas y de un embarazo de alto riesgo, hoy tiene en sus brazos a su pequeño Natanael.

La realidad es que cada minuto, 44 abortos espontáneos ocurren en todo el mundo, según revela la revista médica The Lancet. Sin embargo, Melissa desafió las probabilidades y llevó a término su embarazo. Este “milagro”, como lo llama, fue posible gracias al apoyo de los profesionales de la, quienes llevaron a cabo con éxito un innovador tratamiento: la amniocentesis aplicada a una infección en el líquido amniótico y una nueva combinación de antibióticos.

El doctor Luis Guerra, coordinador de Ginecología y Obstetricia de la Clínica Internacional (Sede Lima), quien fue su médico tratante, señala que los antecedentes de Melissa —que en ese momento tenía 35 años— no eran muy favorables. Ya había pasado por dos pérdidas y por una intervención para extraer un mioma uterino; sin embargo, ella anhelaba ser madre.

“Tener un hijo era un fuerte deseo. Después de la operación del mioma uterino, me dijeron que a los cuatro meses podría quedar embarazada y así fue. Cuando mi esposo y yo nos enteramos, fue un momento de gran felicidad. Estábamos en la dulce espera”, narra Melissa. Recuerda que las primeras semanas de gestación fueron normales, pero al llegar a la semana 22 comenzaron dolores cada vez más fuertes, alteraciones en la presión sanguínea y una extraña pigmentación en la piel del vientre, por lo que especialistas de varias áreas se sumaron a su caso.

Un cuadro de alto riesgo

“Al examinarla, detectamos que el cuello uterino era demasiado corto y buscábamos una explicación. Llegamos a la conclusión de que se trataba de una infección o inflamación intraamniótica, que provocaba contracciones y, con ello, una inflamación que acortaba mucho el cuello uterino”, explica. Esta infección producía contracciones similares a las del trabajo de parto, pero a las 22 semanas.

Con este cuadro, el riesgo de perder al bebé era latente. Así que el doctor Guerra propuso aplicar un tratamiento innovador que constaba del triple manejo de antibióticos, la administración de progesterona para reducir la inflamación y las contracciones, y realizar una amniocentesis, un procedimiento que muy pocas clínicas a nivel mundial practican.

El especialista explica que, si bien la amniocentesis se suele hacer con fines de estudios genéticos, en este caso la muestra de líquido amniótico —que extrajo Mercedes Campanero, ginecóloga de la Unidad de Medicina Materno Fetal de la , a través de un delicado y preciso procedimiento— sirvió para examinar si había marcadores de infección, hacer cultivos y realizar procedimientos que indiquen algún proceso infeccioso.

¿El resultado? Todo un éxito. A pesar de estar internada cerca de cuatro meses, el 18 de mayo del 2023 llegó al mundo Natanael, un bebé completamente sano. Hoy, casi un año después de ser dada de alta y con su hijo en brazos, Melissa recuerda con cariño toda esa experiencia y las palabras de ánimo y apoyo que recibió en la . “Todo el tiempo que viví en la clínica junto a mi esposo, nunca estuvimos solos. En todo momento compartimos con el personal. Además de los doctores, las obstetras, las licenciadas en enfermería, las técnicas fueron parte importante en este proceso para que mi bebé pueda venir al mundo”, asegura.

Una atmósfera de apoyo, cuidado constante y cercanía se vive en la Clínica Internacional, porque —como explica el doctor Guerra— “tan importante como administrar el medicamento y utilizar una adecuada tecnología es tener una atención cercana con los pacientes y su familia. Eso es vital”.

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Clínica Internacional S.A.

RUC: 20100054184