Cuando se trata de comida a los peruanos no nos gana nadie. O al menos eso es lo que nos gusta pensar (vale decir que algo de razón tenemos). De todos nuestros aciertos gastronómicos, sin embargo, hay que reconocer que no siempre hemos estado abiertos a explorar otras sazones del mundo que pueden parecer ajenas a la nuestra. No a menos que las “acriollemos” antes, que les pongamos nuestro toque. La relación que tenemos con la cocina de la India va por ahí. Básicamente, nos falta práctica.
Muchos de los espacios especializados en esta gastronomía (encabezados por Mantra, comida tradicional de la India) han sabido respetar los sabores, los saberes y las recetas autóctonas, y hay un nicho importante de clientela local que conoce muy bien en qué consiste la experiencia en su versión más clásica. Formatos frescos y al paso, como Dhaasu, han abierto una vertiente más moderna, cercana, especialmente popular entre el público más joven. Eso, sin mencionar a la buena cantidad de extranjeros instalados en Lima que buscan con frecuencia esta clase de variedad culinaria; propuestas propias de ciudades cosmopolitas como Londres o Nueva York.
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También ha habido, por supuesto, espacio para la inventiva. Principalmente en las cartas de algunos restaurantes fusión y en propuestas relativamente recientes que nos acercan a currys y especias de oriente, como es el caso de Baan, de la chef peruana Francesca Ferreyros. Poco a poco, los peruanos vamos practicando, pero aún nos queda mucho por probar. Y eso es bueno.
Bandra llegó a la escena culinaria limeña en un momento en el que ningún empresario gastronómico imaginaría abrir: el inicio de una pandemia. “Inauguramos a mediados de febrero. Pudimos atender al público durante más o menos un mes, y luego pasó lo que todos saben”, cuenta Frank Bimjani, un alemán de raíces indias instalado en el Perú desde hace más de una década. Aquí llegó por su trabajo en agricultura, pero se quedó por las posibilidades. Bandra, más que su sueño, era una mesa que había diseñado en ausencia de mayores alternativas en torno a la cocina de la India que tanto ama y disfruta. Esta es su visión y también su versión.
El local es lo primero que marca la diferencia: una casona barranquina con una barra super cool, coctelería de autor, y una carta donde se encuentra algo para cada gusto. El delivery fue buena manera de darse a conocer durante los meses que estuvieron cerrados, pero Bimjani busca que la gente viva la experiencia de Bandra tal y como fue pensada: en su espacio, adaptado según los protocolos.
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“En cuarentena ofrecimos platos mas tradicionales porque se prestaban más para el delivery”, indica Frank. “Pero el nuestro es un restaurante contemporáneo de comida de la India. Usamos algunos insumos peruanos que se prestan, como los ajíes, la yuca y algunos mariscos, como las conchas de abanico que servimos en una leche de tigre al curry rojo”, sostiene el empresario gastronómico.
El primer paso para conocer la cocina de la India, sugiere Frank, es el más sencillo de todos: probarla. Hay muchos sabores y preparaciones ligeramente picantes, pero es un picor que no opaca al resto de ingredientes: más bien, los potencia. “Podemos guiar a los clientes, tenemos en cuenta mucho cuáles son sus gustos. Si prefieres la comida vegetariana, por ejemplo, tenemos buenas opciones. Parte de la visita es que todo fluya”, añade.
¿Cuál sería el maridaje idóneo para un menú como este? El jefe de barra Gerson Tamara cuenta que trabajan mucho con vermuts, aperitivos, bitters, hierbas, corteza y raíces. “Hay una integración entre las especias de la comida y lo que te da el coctel, que busca resaltar esos sabores”, explica Tamara. Todo aquí parece estar pensado para conseguir precisamente eso: saborear una experiencia. Una que nos saque de nuestra zona de confort y nos abra nuevas posibilidades. Van por buen camino.
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Más información:
Dirección: Calle San Antonio 105, Barranco
Reservas: 972 593603
Horarios: De 6 p.m. a 10 p.m. / El bar abre desde las 5 p.m.
Instagram: @bandralima