Se deben colocar los pilares que permitan hacer de Universitario una institución realmente grande y poderosa, no ese barco a la deriva que cada semana vemos más cerca de encallar.
Se deben colocar los pilares que permitan hacer de Universitario una institución realmente grande y poderosa, no ese barco a la deriva que cada semana vemos más cerca de encallar.
Pedro Ortiz Bisso

Cada 7 de agosto mil recuerdos pasan por mi cabeza: la corrida del Beto Carranza en Cerro con los pulmones vacíos; Ibáñez colgado del arco en Matute, gritando que éramos bicampeones; Roberto clavándola en la definición del 95; el Puma levantándose tras su quincuagésima carretilla; el Nacional de pie viendo a Rey Muñoz picar; Germán pisando la pelota, siempre con la mirada al frente; el Ciego metiendo el último centro de su vida... 

Pero en los últimos años, la sensación de que este puede ser el último en Primera División ha ido creciendo. Universitario de Deportes ha coqueteado con el descenso en más de una oportunidad, pero nunca ha pasado por una situación tan crítica como la actual. 

Una deuda de más de 100 millones de dólares, una administración sin rumbo y un equipo estancado en los últimos lugares de la tabla es un combo explosivo, cuyo estallido urge evitar. 

¿Qué hacer? En primer lugar, asumir una realidad: Gremco no se va a ir. Como acreedor mayoritario, las 52 hectáreas de Campo Mar son un bocado demasiado atractivo para imaginar que lo dejará de lado. La ‘U’ es solo un medio para cobrar lo que, asegura, se le debe. 

Toca, entonces, buscar alternativas prácticas para salir de este atolladero. ¿Cuál? Hallarla es lo más difícil. Existe una, sin embargo, que al menos debería evaluarse: separar el manejo concursal del institucional. En otras palabras, que la explotación de los activos vaya por un lado y el destino del club por otro. Para ello se requiere de administraciones separadas, con presupuestos distintos, de tal manera que no haya interferencias que deriven en los desbarajustes actuales. 

¿Cómo hacerlo? Existen fórmulas legales a mano, pero implican hacer concesiones de ambos lados y desacralizar algunos temas –Campo Mar, el Lolo, Monumental- con cabeza fría y mente abierta. 

Hay que resetear el club. Refundarlo. El desastre es tal que no queda otra salida. Sobre los cimientos de su historia, se deben colocar los pilares que permitan hacer de Universitario una institución realmente grande y poderosa, no ese barco a la deriva que cada semana vemos más cerca de encallar.

Contenido Sugerido

Contenido GEC