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(Foto: Fidel Carrillo / Somos)
Arturo León

Tiene la aceleración de Cueva, amaga a los rivales como Carrillo y se escapa en velocidad como si fuera Advíncula. Hace cinco meses, en su natal Venezuela, hacía exactamente lo mismo pero con una pelota pegada al pie. Ahora lleva un ovoide en la mano, casco, hombreras, protector bucal y guantes. Hugo Moreno, un químico farmacéutico de 30 años, es uno de los últimos grandes jales que han realizado los Wild Dolphins, uno de los cinco equipos que componen la nueva Liga Peruana de Fútbol Americano (LPFA). El último domingo, en la sexta jornada del torneo, el venezolano la rompió. ¿Cómo llegó el deporte más famoso de EE.UU., que solo se ve por televisión, a nuestro país? Como en todo, por la afición de un grupo de peruanos que siguen como nadie la NFL, siglas en inglés de la liga más importante del mundo.

La tarea fue dura. No era solo cuestión de conseguir canchas y un ovoide. El fútbol americano se juega con una serie de accesorios que no se venden en Perú. Todo proviene de Estados Unidos y no es barato. Las posiciones en el campo son muy variadas y se necesitan personas adecuadas para ello. Cada plantilla posee entre 35 y 40 jugadores (entre ofensivos, defensivos y jugadas especiales), que cumplen tareas muy específicas. “El reclutamiento ha sido también una misión complicada”, revela Eid Moussa, jugador de Wild Dolphins y miembro de la mesa directiva de la LPFA.

El parque Apachatea, en San Miguel –por acuerdo con la municipalidad–; y el estadio Gualberto Lizárraga, en Bellavista, Callao, son sedes de los partidos que se disputan los domingos entre Piratas, Raptors, Wild Dolphins, Dire Wolves y Halcones Marinos. Los 30 o 40 espectadores que asisten entienden todo lo que está pasando: por qué a veces vuela un pañuelo amarillo (sinónimo de tarjeta amarilla en el fútbol), para qué sirve la cadena que dos personas mueven por la línea de cal durante todo el encuentro (es para medir las yardas; de metros no se habla) y por qué los arcos de fútbol no sirven para nada (en el fútbol americano se usan dos postes y son mucho más altos). Los árbitros son jugadores de otros equipos. Se turnan cada fin de semana. “Hemos tenido que estudiar todas las reglas, hasta las más específicas, para que esto se parezca lo más posible a lo que se juega allá”, cuenta Alex Torreblanca, dueño, coach y jugador de los Halcones Marinos.

Estos aficionados se lo han tomado en serio. Han sumado a chicos jóvenes que no conocían el deporte ni en la TV y esperan que el otro año más equipos se unan. “En otros lados debe haber fanáticos como nosotros”, dice Eid. La LPFA es quizá la versión más amateur –pero muy pasional– de un deporte que genera millones de ganancias afuera. //

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