Para ciertos sectores de la izquierda, el camino de la moderación no ha dado resultados y es menester retomar cierta radicalidad. (Ilustración: Nadia Santos)
Para ciertos sectores de la izquierda, el camino de la moderación no ha dado resultados y es menester retomar cierta radicalidad. (Ilustración: Nadia Santos)
Juan Carlos Tafur

Puntualmente, las relaciones políticas entre la ex candidata presidencial y la que era su brazo derecho y principal colaboradora se han agriado un poco en las últimas semanas. Desde que Marisa Glave se impusiese en la interna y promoviese que la bancada de Nuevo Perú optase por la abstención, Mendoza ha tomado distancia. A juicio de la lideresa cusqueña, fue un grave error estratégico no haber apoyado la vacancia de un “régimen neoliberal fallido”. 

Esos fueron los términos en los que se refirió Mendoza al gobierno de PPK en reciente reunión con los familiares de los desaparecidos (a la que también concurrió Glave), criticando la decisión de no vacarlo. 

En principio, Glave no estaría muy conforme con el giro que Verónika Mendoza le quiere dar a la izquierda promoviendo las sendas reuniones tenidas con Gregorio Santos (la primera en Cajamarca y la segunda en Cusco). Y las razones no solo tienen que ver con las denuncias de corrupción que pesan contra el ex gobernador regional de Cajamarca, sino también con el reacomodo ideológico al que obliga. 

No son escaramuzas graves, por cierto, y nada apunta a una ruptura. Tanto así que ambas marcharon juntas en la última movilización contra el indulto, realizada este martes 30 de enero en todo el país. 

Hay la convicción en varios sectores de la izquierda de que el camino de la moderación no ha dado resultados y que es menester retomar cierta radicalidad. 

El politólogo Eduardo Dargent señaló a este Diario: “No me parece un error de Verónika Mendoza lograr que Gregorio Santos entre a su órbita y viceversa porque, con sus grandes diferencias, sí están representando a un sector conjunto. [...] Hay coincidencias en muchas cosas, no me parece que electoralmente sea una mala alianza. Frente a un centro inexistente y una izquierda que siempre pierde yendo dividida, aglutinarla parece un buen negocio. Mucha gente dice que va a perder el voto del centro, pero ese ya está perdido”. 

De hecho, cambia por completo el esquema que Nuevo Perú había diseñado para la venidera contienda municipal y regional, de ir en alianza con diversos movimientos regionales aprovechando su inscripción. Es el caso del Cusco, por ejemplo, donde ya estaba casi definida la candidatura del sociólogo Carlos Paredes, fundador de los ‘yachachis’, esquema de productividad de los parceleros pobres que mucho éxito ha tenido. Si prospera en la práctica un pacto político con Santos, estas decisiones deberán ser revisadas. 

Además, cierto entorno de Nuevo Perú considera inapropiado que Mendoza se haya reunido primero en Cajamarca con Santos y solo en reciprocidad luego en Cusco. “Por preeminencia electoral, debió ser al revés”, señalan. No cayó en gracia tampoco que se le permitiera a Santos, durante el cónclave cusqueño, darle el uso de la palabra a Andrés Alcántara, del partido Democracia Directa, de los fonavistas, quien no tendría –a juicio de los críticos– pergaminos políticos e ideológicos para sumarse a una conjunción de izquierdas. 

Ha tenido un rol importante en esta escalada de reuniones César Aliaga, anterior vicepresidente regional de Cajamarca y brazo derecho de Santos, junto con Álvaro Campana, influyente operador político de Verónika Mendoza, sociólogo cusqueño, quien estuvo en Propuesta Ciudadana. 

Santos, en todo caso, tiene claro hacia dónde apuntan las reuniones. Declaró el 17 de enero, durante la marcha por una nueva Constitución: “Sí, van a ver muchos encuentros, estoy seguro. Vamos a preparar, probablemente, una cumbre de dirigentes políticos para articular más el tema constitucional y el tema del programa del frente”. 

El juego de sillas, sin embargo, no se agota en lo dicho. El grupo Juntos por el Perú –donde participan Ciudadanos por el Cambio, el Partido Humanista, Patria Roja, Fuerza Social y otros, y donde es hombre fuerte Salomón Lerner– también queda descolocado. Si bien habían conversado con Gregorio Santos, ello no había prosperado y sí se habían dado pasos importantes, más bien, con Verónika Mendoza, con quien sostuvieron una reciente reunión para unir fuerzas y adjuntar la candidatura de Gustavo Guerra García en Lima con las demás candidaturas regionales que Nuevo Perú diseñaba en el resto del país (Juntos por el Perú tiene la ventaja de contar con la inscripción del Partido Humanista). Luego de la reunión de Mendoza con Santos, ya no se sabe cómo quedan las conversaciones. 

Lee la nota completa de Juan Carlos Tafur este sábado en la edición impresa de la revista Somos

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