(Foto: Caltech/MIT/LIGO/ Reuters)
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Redacción EC

El Observatorio de Ondas Gravitacionales con Interferómetro Láser (LIGO, por sus siglas en inglés) ha detectado por tercera vez ondas gravitacionales, arrugas en el espacio-tiempo que se propagan a la velocidad de la luz y que fueron teorizadas por Albert Einstein hace un siglo.

En esta ocasión, las ondas se generaron de la fusión de dos agujeros negros a 3.000 millones de años luz de la Tierra –el doble de lejos que las dos primeras ondas gravitacionales registradas–.

De acuerdo con este trabajo, publicado ayer en la revista “Physical Review Letters”, los agujeros tenían una masa equivalente a 19 y 31 soles, lo que confirma la existencia de agujeros negros de más de 20 masas solares. Antes de los experimentos del LIGO, se desconocía que estos fenómenos espaciales pudieran alcanzar dicho nivel de masa.

La observación de las primeras ondas gravitacionales se dio en setiembre del 2015. Estas se debieron a la colisión de dos agujeros negros –cada uno con 36 y 29 masas solares–, ocurrida a mil millones de años luz. Luego, en junio del año pasado, los científicos del LIGO informaron haberlas registrado por segunda vez. 

Einstein postuló que todos los cuerpos que se mueven en el espacio generan ondulaciones que modifican el tiempo y el espacio, un efecto similar a lo que ocurre cuando uno lanza una piedra a un estanque. Esas ondulaciones son las ondas gravitacionales. Demostrar su existencia tomó varias décadas debido a que sus efectos son demasiado débiles como para ser captados.

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