El doctor Enrique Orrillo Leyva era todavía estudiante de secundaria cuando se vio obligado a aprender a colocar inyecciones intramusculares. “A la mala”, señala. Era una de las pocas formas de reducir el dolor crónico que sufría su abuela. “Tenía que hacerlo. Eso le ayudaba a caminar, a valerse por sí misma”, comenta a El Comercio.
Por años vio cómo este mal incapacitaba a su ser querido. Hoy, en el Día Mundial contra el Dolor, Orrillo, quien preside la Asociación Peruana para el Estudio del Dolor, quiere dejar claro que no se trata de un síntoma, sino de una grave enfermedad, que impacta en los diversos aspectos de la vida de la persona.
Cómo transitar por el dolor
¿QUÉ ES EL DOLOR CRÓNICO
El dolor crónico es aquel que dura más de tres meses y que se origina a partir de una lesión o infección primaria. En el caso de mamá Luchita, como llamaba Orrillo a su abuela, la enfermedad fue consecuencia de una bala que impactó en una de sus vértebras lumbares cuando era joven. Pero también puede ser producto, por ejemplo, de la diabetes. Esta enfermedad metabólica puede generar un estado llamado polineuropatía diabética, que ocasiona un dolor que dificulta el caminar y el trasladarse.
Cabe resaltar que el dolor crónico es diferente al dolor agudo. De acuerdo con la Cleveland Clinic, el segundo suele aparecer de repente y su duración no supera los seis meses. Cirugías, huesos rotos y trabajos de parto son algunos factores vinculados con el dolor agudo. El crónico puede tener efectos físicos y emocionales significativos, como músculos tensos, movilidad limitada falta de energía, depresión, ira, incluso pensamientos suicidas. Y es que esta enfermedad puede conducir a la invalidez, impidiendo que la persona realice actividades tan básicas como ir a trabajar, comer solo, cambiarse de ropa o dormir.
Otra de las características de esta enfermedad es que –si el afectado no recibe el tratamiento adecuado– el dolor se hará cada vez más intenso.
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PREVALENCIA
En el mundo, 600 millones de personas tienen dolor crónico. En Europa, uno de cada cuatro lo sufren. En América Latina, tres de cada diez. A nivel más local, una encuesta realizada por la Asociación Peruana para el Estudio del Dolor, reveló que en Lima Metropolitana el 58% de los habitantes tiene dolor crónico. Los distritos del cono norte tienen una mayor prevalencia, en comparación con los de la zona sur. En total, participaron 1.800 voluntarios.
EL DOLOR CRÓNICO DURANTE LA CUARENTENA
Según Orrillo, la cuarentena adoptada por la actual pandemia puede intensificar el dolor crónico. Asimismo, estos pacientes tienen un mayor riesgo de desarrollar COVID-19.
“El dolor crónico compromete la inmunidad, la bioquímica de las células y la producción de sustancias que combaten el dolor. Entonces, esto hace que las personas sean más susceptibles a enfermedades, como las virales. Un paciente que sufre dolor crónico tiene mayor probabilidad de presentar COVID-19”, sostiene el especialista.
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TRATAMIENTO
Orrillo recuerda que cuando tenía unos 8 años, especialistas de la Marina de EE.UU. le dijeron a su abuela que podían someterla a un tratamiento experimental para bloquear ciertas estructuras cerebrales y aliviar el dolor, pero se corría el riesgo de quedar en estado vegetativo. La familia no aceptó.
Hoy, es posible reducir el dolor crónico a niveles que no sean agravantes para la salud de la persona. El tratamiento varía dependiendo de la persona y del origen de su dolor. Incluye el uso de fármacos como analgésicos y antidepresivos, terapia física y técnicas de relajación. La terapia tiene que ser establecida por un especialista.
EL DOLOR CRÓNICO PUEDE DESENCADENAR:
- Depresión
- Ansiedad
- Dificultad para dormir
- Incapacidad laboral
ESTÁ RELACIONADO CON AFECCIONES QUE INCLUYEN:
- Dolor de cabeza
- Artritis
- Cáncer
- Neuralgia
- Dolor de espalda
- Dolor por fibromialgia
REDUCIR EL DOLOR IMPLICA COMBINAR:
- Ejercicio
- Trabajo
- Terapia física
- Analgésicos
SE RECOMIENDAN LAS SIGUIENTES ACTIVIDADES:
- Caminar
- Nadar
- Usar una bicicleta estática
- Bailar
- Hacer yoga o pilates
- Meditar
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