No son muchas las enfermedades que son capaces de desaparecer completamente luego de alguna intervención terapéutica. (Foto: Pixabay)
No son muchas las enfermedades que son capaces de desaparecer completamente luego de alguna intervención terapéutica. (Foto: Pixabay)
Elmer Huerta

Entre las razones más frecuentes que dan los estudiantes de medicina acerca del porqué han escogido esa carrera está el querer curar enfermedades. Del mismo modo, cuando el médico le diagnostica algún mal a su paciente, este último, sin excepción, pregunta: “¿Doctor, me voy a curar?”. Sin embargo, ¿qué es curación? ¿Existen diversos tipos de curaciones, de enfermedades curables o incurables?

Esta palabra puede definirse como la desaparición completa de todos los síntomas y signos de una enfermedad. Los síntomas son aquellos datos subjetivos que dan los pacientes, tales como dolor o malestar, mientras que los signos son los datos objetivos que recoge el profesional mediante una evaluación, tales como el número de respiraciones por minuto o el tamaño de un tumor en una radiografía.



Definida de esa manera, no son muchas las enfermedades que son capaces de desaparecer completamente luego de alguna intervención terapéutica, la que puede ser médica (algún medicamento) o quirúrgica (algún tipo de cirugía).

Las infecciones bacterianas, por ejemplo –y de allí el enorme beneficio que los antibióticos han proporcionado a la humanidad–, pueden curarse completamente con el uso de dichos medicamentos. Por el contrario, al no tenerse un tratamiento antiviral efectivo, las infecciones virales se recuperan gracias a la acción de nuestro sistema de defensa.

Por otro lado, una apendicitis, una colecistitis (infección de la vesícula biliar), o la formación de un absceso (colección de pus en alguna parte del cuerpo) pueden ser curadas completamente con una intervención quirúrgica, seguida o no de antibióticos. Del mismo modo, alguna malformación congénita cardíaca, o de alguna otra parte del organismo, puede ser corregida permanentemente con algún tipo de cirugía reparadora.

Pero lo cierto es que la gran mayoría de condiciones y enfermedades que afectan al ser humano no pueden ser completamente eliminadas, por lo que se llaman crónicas.

Veamos la hipertensión y la diabetes, por ejemplo. Estas enfermedades duran toda la vida y su control depende de un adecuado uso de medicamentos y profundos cambios en el estilo de vida. Pero la enfermedad no se cura; es decir, estará siempre presente y se complicará, si el tratamiento no es el adecuado. Lo mismo puede decirse de las artrosis o artritis del envejecimiento, las cuales solo pueden paliarse temporalmente con medicamentos contra el dolor y actividad física programada de bajo impacto.

Con respecto a las enfermedades cardiovasculares (primera causa de muerte en el mundo), una vez ocurrido un derrame cerebral o un infarto cardíaco, poco es lo que se puede hacer y el pronóstico del paciente dependerá de la magnitud del evento. De los derrames cerebrales es muy raro recuperarse, mientras que, gracias a los adelantos de la cardiología, las enfermedades del corazón pueden ser mucho mejor manejadas.

–Cura funcional–

Aquí es en donde entramos en el –relativamente nuevo– concepto de la cura funcional. El término se usó inicialmente en el tratamiento de la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En el 2013, investigadores franceses reportaron que 14 pacientes con el VIH –conocidos como la cohorte Visconti– que recibieron tratamiento con antirretrovirales dentro de las primeras 10 semanas de la infección –y por un tiempo promedio de tres años– lograron quedar funcionalmente curados 10 años luego de interrumpirse los antirretrovirales. Cura funcional, en ese contexto, significa que es imposible saber si el virus regresará, pero sin recibir tratamiento, el paciente no tiene signos de infección activa. Esa clase de cura –dicen los expertos– es diferente a la cura esterilizante, en la que se logra la eliminación de los virus capaces de replicarse en el cuerpo.

La cura funcional no debe confundirse con la situación lograda con el uso diario y permanente de medicamentos antirretrovirales (PrEP) en personas infectadas con el VIH, en las que las medicinas reducen casi completamente la replicación del virus, siendo incapaz de contagiar el VIH, incluso sin uso de preservativos.

En este caso –a diferencia de la cura funcional, en que se dejan de tomar antirretrovirales– se requiere que el paciente siga tomando sus medicamentos para lograr el beneficio, el cual durará mientras el virus no se vuelva resistente. Es como con la presión alta y diabetes, que seguirán controladas mientras se tome la medicina.

–Cura funcional del cáncer–

Un reciente estudio, publicado el 25 de julio en la revista médica , reporta a un grupo de 270 pacientes con cáncer de riñón, pulmón y de piel tipo melanoma maligno, que luego de dos años de tratamiento consecutivo con el medicamento nivolumab, logró quedar libre de la enfermedad, incluso después de suspender la terapia. Lo remarcable es que todos esos pacientes habían sido considerados incurables, luego de recibir hasta tres tipos de tratamiento previo.

El análisis de las llamadas curvas de supervivencia general mostró que 5 años después de iniciar la terapia, el 34% de pacientes con melanoma, 28% de pacientes con cáncer de riñón y 15% de pacientes con cáncer de pulmón de células pequeñas estuvieron vivos y sin signos de enfermedad.

–Corolario–

¿Significa eso que para algunos pacientes con cáncer se ha logrado una cura funcional, similar a la lograda en aquel grupo con el VIH? ¿Será posible diseñar un esquema en el que se use el nivolumab (u otros medicamentos de esa familia) muy temprano en el tratamiento del cáncer, en vez de esperar a que esté avanzado?

Son preguntas que esperan respuesta, mientras tanto, hay un gran problema: ese medicamento puede costar medio millón de dólares al año, por lo que para recibir un tratamiento de dos años, el paciente necesitaría tener un millón de dólares. ¿Podría usted pagarlo?

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