Yo no soy un ángel. Corta pero poderosa, esta frase se desprende de una campaña de ropa interior para mujeres de tallas grandes que se convirtió en viral hace unas semanas. El mensaje estaba claro: no todas las mujeres tenemos cuerpos de ángeles. Menos los de Victoria’s Secret.
Sabemos que los estereotipos de marcas así no contentan a una masa formada por mujeres tan diferentes como fascinantes. El año pasado Victoria’s Secret escandalizó con un aviso donde se mostraba a diferentes modelos, todas con cuerpos delgados o muy delgados bajo el hashtag o etiqueta «el cuerpo perfecto ». Esta imagen causó tanto revuelo en las redes sociales que la firma tuvo que cambiar el slogan. Además dio vida a genialidades como las de Layne Bryan, la marca plus size con su campaña #Imnoangel.
La verdad, sí, estamos hartas de que nos vendan en la publicidad estereotipos que no tienen nada que ver con nosotros, por decirlo de la manera más educada posible.
Quizá por eso las campañas de marcas de belleza que apelan a lo natural funcionan tan bien. Estamos tan acostumbradas a que nos digan que debemos de aspirar a ser otras personas cuando nos dicen que nos queramos como somos, nos enamoran.
Vi un video en el que una de estas marcas realizó la siguiente activación: en la entrada de una oficina puso una puerta marcada Bella y otra marcada Normal. La mayoría de las mujeres pasaron bajo la puerta de Normal sin siquiera dudarlo. ¿Triste, no? Pero, ustedes, con la mano en el pecho, ¿por cuál pasarían?
En el video la mayoría no se consideraba a sí misma lo suficientemente bella para pasar por esa puerta y ese es el problema. Si a eso le sumamos el aluvión de referencias y discursos donde 90-60-90 son las medidas perfectas o donde a los 30 ya eres una vieja; estamos en un círculo vicioso, donde nuestra autoestima mermada que se queja de referencias sin sentido, sigue recibiendo los mismos estímulos que no nos suman nada.
De este modo, encandiladas por alguna prenda maravillosa que nos hará ver así o asá, seguimos consumiendo esos mismos productos que nos venden personajes ajenos a nosotros. Seguimos consumiendo el mismo tipo de contenido y mientras funcione, es decir, tenga acogida, seguiremos viendo con entusiasmo y canchita los desfiles de Victoria’s Secret, mientras nuestra mente va por el lado de, ¿cómo puede ser tan regia esta maldita? Disculpen mi francés.
O peor aun ¿por qué no puedo tener yo su cuerpo? Y…, porque no. Porque el trabajo de aceptarnos y querernos es lo primero, insisto. No somos ángeles, somos mujeres cada quien única y diferente. Vayamos acogiendo esta idea de una vez por todas y quiéranse como son, pero lo más importante quiérase por lo que son.