Lucero Yrigoyen M. Q.
Me llamo Toby, tengo seis años y antes fui un cachorrito muy feliz. Me eligieron entre varios perritos y cuando llegué a mi hogar me presentaron a mi ‘papá’ Joaquín, un niño que siempre me cuidaba y jugaba conmigo.
Apenas presentía que Joaquín llegaba del colegio, lo esperaba en la puerta. Lo primero que hacía era abrazarme. Lo acompañaba a hacer sus tareas y cuando terminaba salíamos corriendo a jugar pelota en el parque, ¡qué lindos días!
Hasta que Joaquín fue creciendo y empezó a olvidarse de mí. No sé qué pasó, pero dejamos de salir con frecuencia. Ingresó a la universidad y cuando llegaban de clases con las justas me miraba. Se encerraba en su cuarto a escuchar música y a chatear con sus amigos. No sé por qué aunque vivíamos juntos, lo extrañaba.
Empecé a pasar cada vez más tiempo encerrado en la lavandería. Era como si no existiera. Cecilia, la señora que cocinaba, era la única que se me acercaba para darme comida y agua.
Una tarde parecía que todo cambiaría. Entró Joaquín con mi correa y me invitó a pasear. Estaba muy emocionado, se acordó de mí. Volverán esos días maravillosos, ¡estaremos de nuevo siempre juntos!
«Vamos, sube al auto» me ordenó. Entré feliz, no salía a pasear hace muchos años. Nos fuimos por una carretera y nos estacionamos cerca a la playa. «Baja Toby», me dijo. ¡Qué bueno! –pensé- vamos a jugar cerca al mar.
Pero, apenas puse las patas sobre la arena, Joaquín subió al auto y se marchó. Supuse que iba por mi pelota y regresaba. Mientras tanto, me eché en la arena a esperarlo.
Pasaron las horas, hasta que llegó la noche y Joaquín no venía por mí. Tenía hambre y encontré restos de comida en un basurero. Caminé por horas, pero no encontré el camino a mi casa. Estuve perdido varios días.
Un señor se me acercó y me llevó a un albergue. Ahora vivo con 20 perros que, como yo, esperan un nuevo hogar. Mis compañeros me dicen que no sea inocente y que acepte que Joaquín me abandonó, pero no me canso de ladrarles que mi ‘papá’ jamás haría eso, se olvidó de recogerme.
A veces vienen personas a llevarse a algún compañero. No sé por qué tengo que esperar tener un nuevo hogar, si yo tengo el mío.
Amigas de Viú! extraño a mi ‘papá’, ojalá publiquen mi carta y Joaquín la lea. Si lo encuentran, díganle que sigo esperando por él. Estoy seguro de que no me abandonaría, porque yo tampoco lo habría hecho. ¡Ayúdenme a encontrarlo!
Algo más...
- Situación. Una asociación animalista calcula que hay más de 2 millones de perros abandonados en Lima.
- Motivos. Las excusas más frecuentes para abandonar perros son: mudanzas, mal comportamiento y enfermedades.
- Lesiones. Las mascotas abandonadas suelen haber sido maltratadas por los dueños.
- Sanción. La ley 27265 protege a los animales domésticos. El Código Penal establece, para quien comete actos de crueldad contra un animal, lo somete a trabajos excesivos o lo maltrata, sanciones de hasta 60 días multa. Si el animal fallece por maltratos, la pena será de 120 a 360 días-multa.
- En nuestro país, los actos de crueldad hacia los animales no son considerados delitos, sino como faltas contra las buenas costumbres.