Por Andrea Carrión / WUF
Aquel domingo Catherine Carreño había amanecido peleada con la vida. Como al mediodía salió a caminar para buscar algo de claridad y sentido a lo que le estaba ocurriendo, cuando de pronto alguien que tiraba una bolsa negra de basura a la calle la sacó de su estado reflexivo.
Y es que no era una bolsa cualquiera, se movía como si hubieran ratas adentro, explica Catherine. Jamás imaginó que al abrirla saldría la cabeza de un cachorro de aproximadamente 6 meses.
“Él me lamió la mano y eso fue suficiente. Me lo llevé a casa pese a que el médico me había prohibido tener mascotas. Yo estaba recién operada, aún tenía la herida abierta, pero yo no dudé en llevármelo”, comenta Catherine.
Felizmente su esposo Fidel Arévalo estuvo de acuerdo en recibirlo, especialmente después de ver que la mitad de su cuerpecito estaba en carne viva. Decidieron adoptarlo y lo llamaron Chester.
“El veterinario nos explicó que se trataba de un hongo a la piel, súmale a eso que estaba desnutrido y muy delgado”, señala Catherine. “Nos costó que se recupere, pero no solo en el aspecto físico, emocionalmente estaba muy afectado. Al principio ni quería salir de la casa y reaccionaba mal cuando lo tratabas de corregir, pero como yo quería ayudarlo a agarrar confianza, lo pusimos en una escuela canina. Resultó ser un buen perro”.
Según Catherine, Chester cayó del cielo, literalmente. El día que lo encontró se habían cumplido 20 días desde su operación a un tumor al seno. Su recuperación se perfilaba larga y solitaria pues su esposo trabaja fuera de casa y sus dos hijas viven en el extranjero. La compañía de un perro era perfecta, solo había un detalle: ella vivía en la Villa Naval y ahí esta prohibido tener mascotas.
Catherine movió cielo y tierra para conservar a su perro, hasta que su psicológico, quien había visto el cambio positivo en ella, emitió un certificado declarando a Chester como un animal de apoyo emocional.
“Mi sistema inmune literalmente se fue al piso cuando me dijeron que me lo querían quitar. El certificado fue fundamental. Chester hasta me acompañaba a mis controles y cada vez que regresaba a casa del hospital o me sentía mal, este chiquito estaba a mi lado, y aquí sigue, siempre a mi lado. Al final es él quien me terminó salvando a mi. Hubo días en los que yo no quería salir de mi casa ni que me fueran a visitar y él fue quien me ayudó a salir de todo esto”, comenta Catherine.
Antes de Chester, Catherine nunca había adoptado a un perro, de hecho nunca estuvo convencida de tener uno. Su primer perro fue un Pastor Alemán que le regaló su papá cuando era niña, se llamaba Lady. Pero al parecer Chester activó su lado rescatista pues al año de su llegada, otra colita llamó su atención.
“Churrito. Él prácticamente cayó en paracaídas. Tenía 3 meses y lo iban a dormir porque la dueña dio a luz y decidió que no quería criar a bebe y Chihuahua a la vez. Hasta me enteré que había encontrado a un veterinario que estaba dispuesto a dormirlo. Yo siempre escuchaba los llantos del perro o los gritos del esposo y como no soporto el maltrato animal, un día les toqué la puerta, pregunte qué pasaba con el perrito, el señor me dijo que estaba harto y le dije ‘dámelo’, así que me lo llevé. Felizmente Chester lo olió, lo lamió y listo, la familia creció”, comenta Catherine entre risas.
Catherine y su esposo han lidiado con varias situaciones que para muchas personas son fuertes barreras que hacen de la adopción de un perro toda una faena que prefieren evitar. Pero ni la enfermedad, ni el vivir en un departamento pequeño, ni la situación deplorable en la que encontraron a Chester y mucho menos las carteras y zapatos que se ha comido Churrito, nada de esto ha sido motivo de renuncia.
Por este motivo, esta semana la asociación Humans of WUF.
“Chester y churrito son dos perritos maravillosos que son parte de mi familia. Quizás no lo entiendan muchas personas pero yo siempre digo ‘el amor salva y te puede hacer ver las cosas de otra manera en momentos difíciles’. Los adopté porque estoy segura que Dios me los envío. Son mis angelitos de cuatro patas, sin ellos no hay nada”, comenta Catherine. “El tenerlos es un sentimiento muy especial, son el amor más incondicional, son indefensos y eternamente fieles. Qué pena que haya personas que los maltratan. Por eso, si decides adoptar, se responsable, busca ayuda y por favor no los botes a la calle, ellos sufren mucho”.
Humans of WUF
A mediados de agosto la asociación sin fines de lucro WUF lanzó ‘Humans of WUF’ (traducido al español, Humanos de WUF), una nueva acción que busca reforzar el foco de su misión; motivar a más gente a adoptar una mascota, o al menos empezar a considerarlo.
Inspirado en el proyecto ‘Humans of New York’, el que desde el 2010 retrata la vida cotidiana de cientos de residentes de esta ciudad, WUF se ha propuesto hacer algo similar con individuos y familias que han adoptado una mascota en el Perú.
Esta campaña consiste en subir una fotografía del perro y su dueño en el muro de WUF en Facebook, junto con un comentario del adoptante.
¿Qué es WUF?
WUF es una asociación sin fines de lucro dedicada a la promoción de la adopción, el trabajo de concientización sobre la realidad de los perros en estado de abandono y la ejecución de proyectos que contribuyan a la construcción de un mundo mejor para todos los perros.