CESAL en Huachipa, oportunidades para los jóvenes
Por: Pedro Reyna
Casa para Jóvenes “La Rosa Blanca”
Ir de la infancia a la juventud es consolidar la identidad y encontrar nuestro potencial desconocido, por ello el buen uso del tiempo libre puede aportar al bienestar futuro de la persona. Se puede canalizar los momentos usados voluntariamente para satisfacer aficiones o participar en actividades sociales hacia procesos socioeducativos donde, debidamente, los jóvenes sean protagonistas.
Nievería es una zona de difícil acceso en Huachipa (el distrito de Lurigancho es el sexto de menor ingreso de Lima Metropolitana según FONCODES), en su atmósfera intercultural los jóvenes convierten la herencia andina de sus padres en algo nuevo a partir de lo que la ciudad les ofrece.
CESAL propone “La Casa para Jóvenes”, un espacio de encuentro que combina la preparación para el trabajo, la formación en valores y la prevención de conductas adversas a través de un espacio no formal de educación que acompaña a quienes acoge en su desarrollo personal. “Ya habíamos hecho trabajos con niños y madres y el 2007 empezamos a atender a este grupo que nos permitía continuar el acompañamiento en otra etapa de sus vidas y tomamos el modelo de “casa” para desarrollar un trabajo integral”, Sara Flores, coordinadora de CESAL en Huachipa.
Del proyecto a la acción, viendo los frutos
Desde que CESAL llegó allá por 1997, la economía de Huachipa se ha diversificado fuera de las ladrilleras donde los niños acuñaban bloque tras bloque, hay más vías de acceso e información en abundancia gracias a las nuevas tecnologías, pero las necesidades educativas aún acarrean oportunidades perdidas.
Durante la obligada celebración del Día de la juventud se ha certificado a los participantes de 4 talleres (corte y confección, cosmetología, auxilio educativo y caja comercial) de los 8 que componen la oferta para una rápida inserción laboral. Con diploma en mano aprovechan para compartir su experiencia y hacer votos por el negocio propio o la tranquilidad familiar.
El factor humano
La formación humana complementa la productiva. Esta atención permite que las capacidades de adolescentes y jóvenes surjan de un acompañamiento orientado a su desarrollo personal. La socialización y convivencia son la clave en este espacio para encuentros y el acompañamiento incluye en ocasiones a toda la familia.
Inés Ayllón es educadora, está a cargo de la Casa desde hace dos años: “El punto de partida es que el otro es importante y tiene un valor incalculable. Se ayuda al joven a tener otras perspectivas sobre su vida, gracias al acompañamiento puede ver más que su alrededor y volverse emprendedor”.
Con la fuerza de todos
Durante estos años el proyecto ha contado con el reconocimiento de la comunidad y el respaldo de instituciones socialmente responsables como Scotiabank, Aje, Camargo Correa, las fundaciones MAPFRE y Real Madrid y la Cooperación Española, pero sus visionarias impulsoras consideran que recién empieza.
Diana Martel, monitora social que ha atendido personalmente unos 200 casos en sus dos años en la Casa, comenta “aunque hemos logrado que jóvenes madres corten una cadena de violencia familiar o hagan su emprendimiento, siempre te quedas con la sensación de poder hacer más”.
Uno de los casos es el de David, graduado de cajero comercial y futuro emprendedor, para quien el potencial joven de esta tierra es inmenso pero carente de ventanas para exhibirse, sin que esto sea obstáculo para perseguir sus ambiciones. Gracias a su pasado difícil y el optimismo adquirido de sus charlas con Diana, se siente con la fuerza para conseguir lo que necesita, porque sus compañeros y él “vienen de un lugar duro, pero han sido bien formados y continuarán haciendo su camino”.
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