(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
Sismo
Lilia Córdova Tábori

Este lunes 13 de enero, se cumplen 60 años desde que un terremoto de 6,2 grados arrasó con gran parte de Arequipa. En la siguiente nota recordamos cómo se informó de esta tragedia en El Comercio.

[Nota publicada el 13/01/2019]

Eran 10:41 a.m de aquel miércoles cuando la tierra comenzó a temblar en todo el sur del Perú. La zona más afectada, por este fuerte sismo fue la localidad de Caravelí donde decenas de personas desaparecieron. Cuadrillas de trabajadores laboraron sin descanso para encontrar sobrevivientes entre los escombros. Las tierras de sembrío se abrieron y la carretera quedó destruida. La población durmió en carpas y camiones. No había agua potable. Las carreteras Arequipa – Matarani y Arequipa – Puno quedaron intransitables debido a los derrumbes. En diversos puntos el ferrocarril del sur quedó cortado por los deslizamientos de piedras. En la Ciudad Blanca las calles estaban llenas de escombros. Algunas avenidas fueron cerradas al tránsito por temor a que se derrumben más casas.

(Foto: Archivo Histórico El Comercio)
(Foto: Archivo Histórico El Comercio)

El ejército patrulló las calles para resguardar a los pobladores que levantaron carpas en los parques. Numerosos damnificados fueron alojados en los colegios Militar, Melgar, Independencia, Muñoz Nájar, entre otros. El servicio de luz fue restablecido conforme pasaron las horas. En Cusco la población salió corriendo de sus casas y la zona conocida como Pampa de los Arrieros quedó aislada. Horas más tarde se desencadenó una inusual lluvia. En Ica atribuladas mujeres se arrodillaron frente a sus casas clamando por ayuda divina. Los choferes del servicio de transporte aprovecharon para cobrar sumas excesivas para trasladar a los conmocionados pasajeros. Algunas casas antiguas sufrieron serios daños pero no se registraron víctimas. El entonces presidente Manuel Prado viajó a Arequipa con su esposa y varios ministros para recorrer las zonas afectadas.

A dos días del sismo, la cifra de víctimas llegó a los 63; mientras que los heridos seguían llegando desde los distritos de Sachaca, Pocsi, Pampa de Camarones y Santuario de Chapi. Los arequipeños no esperaron ni una semana para empezar la reconstrucción. Hombres y mujeres trabajaron de sol a sol para limpiar los escombros y abrir nuevas calles. El duelo por sus muertos debía esperar. Todo el Perú se unió en una colecta para los damnificados de Arequipa. Importantes empresas y personas de toda condición donaron víveres, medicamentos, ropa y dinero. Un turista norteamericano, que estaba de visita en la Ciudad Blanca, donó tres mil dólares. La Universidad de Ingeniería ofreció ayuda técnica para reconstruir la ciudad. Las municipalidades de la Gran Lima donaron unos 300 mil soles y Argentina envió un avión para ayudar a los damnificados.

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