Después de leer una docena de entrevistas a Pablo Macera, el siguiente trabajo es convencerlo de que acepte una más. Luego queda borrar esa imagen de pesimista y malgeniado que suponen quienes lo leen al pie de la letra y sospechan que nunca se ríe. Al entrar a su despacho, la sorpresa es que el refugio del historiador, discípulo de Basadre, está más cerca de las variopintas tablas de Sarhua y las pinturas en tejidos de la selva que del pálido y predecible cielo de Lima.
- Basadre decía que en el Perú no hay crimen y castigo, y Porras que el Perú republicano era un país voluntariamente desmemoriado. ¿Qué diría Macera?
Es verdad. La única explicación es que de algún modo todos sienten que son culpables en algún momento y otorgan la disculpa que quisieran a su vez recibir.
- Los peruanos somos resentidos, culposos, envidiosos, perdedores...
Todo eso es cierto y lo digo de cualquier peruano, incluyéndome yo. Todos somos así de algún modo.
- ¿Pero somos eso, y nada más?
Hay dos errores: el primero consiste en negar que tengamos esas características, y el segundo, pensar que estamos agotados en esas características. Pero además no es una condición privativa de los peruanos. La historia colectiva del Perú es una historia a pérdida, más allá de que en algún momento un sector social haya avanzado más que otros. Los goles que las distintas generaciones peruanas nos hemos fijado en la época republicana, y aún desde la conquista, no se han llegado a marcar. Hay una experiencia acumulada de pérdida que no existe en otros países. Hay algunos que tienen récords combinados.
- Usted nunca ha tenido mucho cariño por la democracia...
No, tampoco por la monarquía o la aristocracia, no tengo ninguna preferencia en esa materia...
- ...y dijo que la democracia en el Perú no ha existido nunca.
No ha existido nunca en ninguna parte del mundo. La democracia ateniense era una mentira, se basaba en un régimen de esclavitud. ¿Hoy día dónde está la democracia? ¿Hay democracia en Estados Unidos, donde los gobiernos resultan del 43% de los habitantes, de los cuales hay que descontar los que votan en contra del gobierno?
- ¿Sigue proponiendo el totalitarismo como única salida en el país?
Yo no propongo el totalitarismo. Además a mí no me interesa proponer mucho nada. Lo que creo es que el Perú ha sido administrado por gobiernos fuertes bajo diversas formas de disimulación, y yo no creo que los problemas del país puedan ser resueltos sino por un régimen político muy fuerte. Lo que hay que preguntarse es al servicio de quién está este régimen fuerte. Está al servicio de una mayoría o al servicio de una minoría.
- No debe asustarnos entonces la palabra totalitarismo...
Mi experiencia personal es que esto siempre ha sido un totalitarismo, aun en las épocas de mayor democracia. Lo que pasa es que es un totalitarismo disimulado. Respeto mucho la posición de ustedes como periodistas, pero yo no creo en la libertad de prensa: creo que lo que ustedes tienen es una libertad de empresa, no una libertad de prensa. Los derechos que tenemos nosotros de ser informados son tan importantes como los derechos que pueda tener la empresa y la prensa para emitir con libertad sus opiniones.
- Para usted la libertad, incluyendo la de prensa, es una mentira...
Yo estoy dispuesto a defender la libertad de la prensa y la libertad de la empresa, siempre que ambas respeten mi libertad de información.
- Pero en un totalitarismo, la prensa no tiene ni libertad de empresa.
Ni siquiera libertad de engañar. Pero lo importante no es elegir entre unos medios sometidos a una dictadura y una libertad total de prensa y empresa, sino un tercer modelo donde tanto gobierno como medios, reconozcan los derechos del público.
- ¿Para usted, que fue el hijo de un aprista perseguido, qué ha significado el Apra desde Haya de la Torre hasta Alan García?
Debido a la persecución de mi padre nunca he sido aprista ni he estado identificado con un grupo político. Lo que sí he creído yo es que hubiera sido mejor para el país que el Apra llegara al gobierno entre el 31 y el 45 porque hubiera cumplido una etapa y hubiese sido superada. En cambio, llegó cincuenta años después cuando muchos de los programas estaban superados, no porque hubieran sido realizados, sino porque había pasado la oportunidad de realizarlos.
- ¿El fracaso del Apra fue lo extemporáneo de sus proyectos?
Quizás ya no tenían un diagnóstico adecuado de lo que era la sociedad y la economía peruana del año 85, como sí había tenido el Apra ese diagnóstico, igual que Mariátegui y otros más, en los años 30. El fascismo de Flores, el aprismo de Haya, y el socialismo de Mariátegui coincidían en un diagnóstico común de los peligros y de las posibilidades de la sociedad peruana pero divergían en las soluciones a esos problemas.
- ¿Cree que el gobierno de Alan García ha sido el peor del siglo?
Creo que la responsabilidad de García es haber hecho fracasar a un gran movimiento político. Ahora, en el presente siglo, sí, por cierto, es uno de los gobiernos con menor éxito, sobre todo en el manejo económico. Pero en este manejo hay que distinguir dos etapas muy claras y ver si ese fracaso es una responsabilidad exclusiva de ese gobierno, o si también, es el fracaso de los agentes económicos privados. Porque en la primera fase de gobierno Alan García asume un rol muy favorable a la empresa privada peruana, ofreciéndole condiciones excepcionales que no había tenido en ningún momento, ni siquiera en la época de Odría. El fracaso y el error de Alan García es no haberse dado cuenta de que, para los efectos de un desarrollo futuro, no bastaba con las ganancias de la empresa privada, sino que era necesaria su reinversión dentro del país.
- ¿Por qué fracasó la izquierda peruana? ¿Fue una hija malcriada de Mariátegui?
En primer lugar, la influencia de Mariátegui en la izquierda peruana fue después de 1950. Porque entre 1930 y 1950, Mariátegui fue excluido de las lecturas, no había cómo consultar sus libros. Pero la verdad es que todos estábamos demasiado obsesionados por la disputa internacional, en la que no solamente figuraban de un lado el capitalismo y del otro el socialismo, sino diferentes versiones de socialismo como el chino y el soviético. Pero no es que la izquierda haya sido más mediocre que el Apra o la derecha peruana. Me parece que en esto los promedios nacionales se reparten por igual entre todos, ya sea que estén en el Porvenir o en el Club Nacional, ninguno es ni más ni menos inteligente, como el resto de la especie humana.
- ¿Cuál cree que fue la lección de Sendero Luminoso?
Temo mucho que no se haya asumido su lección. Porque no basta hacer un diagnóstico de él condenando sus acciones. Es necesario explicarse por qué es que llegaron al ejercicio de esta violencia. Esta violencia delictiva, lumpenizada, que está ocurriendo en el país forma parte de un magma del cual mañana puede emerger nuevamente una violencia política.
- ¿Cómo se imagina el Perú hoy de haber ganado Vargas Llosa?
Para Vargas Llosa era muy claro cuál era el programa económico, pero parecería, en cambio, que no tenía muy claro el político. Él quizás creía que de llegar al gobierno podía practicar un cierto ejercicio democrático. Creo que, de haberlo hecho, lo hubiera conducido al fracaso. Resulta obvio que de haber sido elegido en la segunda vuelta, se iba a encontrar en condiciones parecidas a las de Fujimori, con un Parlamento que no era suyo. ¿Cómo iba él a oponerse a Sendero Luminoso y al Movimiento Túpac Amaru sin una acción político-militar unificada? Entonces la pregunta es al final si Vargas Llosa hubiera o no cerrado el Congreso en 1992. Y si no lo hubiera cerrado, habría que preguntarse si las Fuerzas Armadas hubieran tolerado indefinidamente esta imprecisión que les perjudicaba en su accionar contra Sendero y el MRTA.
- ¿Es absurdo un Ejecutivo sin mayoría en el Congreso?
No, lo que creo es que en la experiencia política peruana cada vez que ha existido un Ejecutivo sin Parlamento ha desaparecido uno de estos poderes. En algunos casos el triunfo ha sido del Legislativo, no siempre del Ejecutivo. Así ocurrió con Billinghurst y Bustamante. Pero en la mayoría de los casos ocurre al revés. Aunque hay situaciones en las que desaparecen los dos, como ocurrió con Belaunde cuando el Congreso estaba controlado por el Apra y Odría, y cayeron ambos. No puede haber de ninguna manera un Ejecutivo sin un sólido respaldo legislativo. Quiere decir que si el año 2000 volvierán a repetirse esas condiciones, una vez más uno de los dos puede desaparecer. O habrá un golpe de Estado, dado por el Ejecutivo en contra del Legislativo o al revés. La experiencia política peruana nos dice eso.
- ¿Cree que el éxito de Fujimori fue tomar la decisión adecuada en el momento preciso?
Es que no solamente él lo ha hecho: Billinghurst enviaba proyectos de ley que eran rechazados en el Congreso, y éste tomaba iniciativas que el Ejecutivo no aceptaba. Belaunde envía al Parlamento un proyecto muy moderado de Reforma Agraria, y De la Piedra bloquea la ley. Era objetivamente insostenible: ni se puede dictar leyes ni se puede ejecutarlas, entonces el país está sin gobierno. Para que Fujimori no diera el golpe del 92, Belaunde debió darlo el 63.
- ¿A quién escogería entre los gobernantes más importantes del siglo?
Voy a dar una opinión que no tiene que ver con mis simpatías personales. Porque, por ejemplo, en términos de cuál es el gobierno que más ha favorecido a la clase a la que pertenezco yo, que es la clase media profesional, ha sido el primer gobierno de Belaunde. Visto comparativamente con lo que vino después y lo que había antes, nunca la clase media profesional estuvo mejor. Lo cual no significa que fuera necesariamente el mejor gobierno, porque habría que ver cuáles fueron los costos en las demás clases sociales de este favorecimiento a la clase media profesional. Luego, no tuve yo simpatía o coincidencias con Velasco, pero reconozco que algunas de sus propuestas fueron, por lo menos, teóricamente, positivas. No estoy pensando en la reforma agraria. En realidad, Velasco fue malinterpretado por la derecha: no era un socialista ni un pro comunista. Él hacía lo que yo llamo la revolución vacuna: hacía reforma agraria para impedir que hubiera una revolución. El Ejército se dio cuenta, después de la experiencia del primer gobierno de Belaunde, de que no podía indefinidamente mantener las condiciones económicas y sociales en el campo sin que hubiera un levantamiento popular generalizado en el país. Tampoco estuve de acuerdo con el trato que le dio a la prensa, pero algunas de las formulaciones teóricas podrían ser discutidas. Luego es obvio que Fujimori ha tenido éxitos espectaculares en el manejo de la hiperinflación y en la lucha militar contra Sendero y el MRTA. Pero todavía es muy temprano para saber cuáles son los desarrollos sociales asociados a esos éxitos. Habría también que analizar su política exterior. No estoy de acuerdo con el arreglo actual con Ecuador. Entiendo que ha sido bajo una presión de los Estados Unidos sobre ambos países. Con el ejemplo de Irak y Yugoslavia, podemos temer todo de la superpotencia.
- Así como alguna vez declaró que le interesaba cada vez menos el pasado, ¿años después sigue sin desear mirar el siglo XXI?
No, no tengo ningún deseo. Lo tengo que vivir aunque sea por poco tiempo.
(*) Entrevista publicada en El Comercio el 29 de mayo de 1999