Serenazgo en el Perú: la historia y orígenes de un servicio que se remonta al siglo XVIII
Un 2 de julio de 1996 el alcalde de Lima Alberto Andrade inauguró el servicio de serenazgo en el Cercado de Lima. Este sistema de vigilancia fue implementado, primero en San Isidro, en la década del 50 y con el paso de los años se extendió a todo el Perú.
Cuando ya la mayoría de limeños había olvidado que alguna vez paseó un sereno por las calles del Centro de Lima, el ulular de unas sirenas revivió un 2 de julio de 1996 la olvidada costumbre de una ciudad resguardada por el serenazgo.
A la 1:15 de la tarde, el alcalde de Lima, Alberto Andrade, llegó al Paseo de los Héroes Navales, donde lo esperaban -perfectamente uniformados, portando sus radios o al frente de sus camionetas, ambulancias y camiones- unos 150 efectivos acompañados por 16 policías nacionales.
En una sencilla ceremonia, con bautizo y desfile incluidos, se dio por inaugurado el esperado servicio que patrullaría sin descanso en todo el ámbito de Lima Cercado: Barrios Altos, Monserrate, Santa Beatriz, la zona Industrial y el Centro Histórico.
Así se puso en ejecución el Plan de Respuesta Rápida para el apoyo del vecino, gracias a una central telefónica de seis líneas, cuyo número era el 330-4370, y otra de radiocomunicación que permitirá atender las emergencias ciudadanas en el más breve plazo. La central de radio estaba interconectada a los servicios de serenazgo de los distritos que tenían este sistema.
Entre serenos y alguaciles
El primer cuerpo de serenos se creó en el año 1765 y tenía la misión de cuidar el vecindario, mantener el orden y solucionar los pleitos vecinales. Cuenta Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas que durante la Colonia el sereno recorría las calles de Lima con una campanita en la mano que los identificaba. Ellos se encargaban de hacer funcionar el alumbrado público compuesto por faroles que funcionaban con carbón.
El serenazgo moderno nació gracias a la iniciativa del entonces alcalde de San Isidro Carlos Neuhaus Rizo Patrón. La gota que derramó el vaso de la inseguridad en el distrito ocurrió el 17 de abril de 1958 cuando dos policías municipales lograron capturar a un delincuente que intentaba secuestrar a un menor en las ya no tan plácidas calles de ese distrito.
A partir de ese suceso, la Municipalidad de San Isidro destinó tres automóviles para apoyar el servicio. En 1959 se creó un arbitrio para financiar el sistema, aprobado por los concejos de San Isidro y Lima así como por la Guardia Civil y el gobierno central. Pese a este respaldo, el serenazgo concluyó ese año, cuando Neuhaus Rizo Patrón dejó la alcaldía de San Isidro.
El comercio ambulatorio era uno de los grandes problemas de la capital en los años 80. En un intento por mantener la zona céntrica libre de vendedores ambulantes, el 1 de julio de 1981 la Municipalidad de Lima implementó una brigada de 160 alguaciles.
Armados con una vara y vestidos con un uniforme crema claro, este cuerpo de alguaciles fue organizado exclusivamente para trabajar entre las avenidas Abancay y Tacna con Nicolás de Piérola y el malecón Rímac.
Los alguaciles trabajaban independientemente de la policía municipal y de los alguaciles de uniforme celeste que patrullaban el jirón de la Unión, dentro de un programa financiado por la asociación de comerciantes de esa tradicional arteria. Sin embargo, la delincuencia continuaba azotando la ciudad.
El serenazgo vuelve a las calles
En marzo de 1991 renació el serenazgo con el retorno de Neuhaus Rizo Patrón a la alcaldía de San Isidro. Esta vez los serenos, papel desempeñado por policías municipales con el apoyo de miembros de la Policía Nacional, no recorrieron las calles y avenidas de San Isidro lámpara en mano anunciando que “todo estaba tranquilo”, como en otros tiempos, sino que lo hacían en modernos carros patrulleros y motocicletas para controlar el orden ciudadano y combatir la delincuencia.
A finales de 1991 el alcalde de Miraflores Alberto Andrade creó el serenazgo del distrito compuesto por miembros de la Policía Municipal, especialmente entrenados para ejercer el oficio. La flota patrullera tenía 14 unidades. Los serenos combatían el comercio informal, la prostitución y la delincuencia.
La eficiencia del sistema, ante la falta de vigilancia policial en algunos sectores de Lima, hizo que el serenazgo se extendiera a otros distritos a nivel nacional.