Enrique Planas

Dos mujeres artistas shipibo-konibo desarrollan un mural en el Centro Cultural Matadero de Madrid. En aquellas líneas ondeadas, Olinda Silvano y Silvia Ricopa expresan su comunidad, sus creencias, sus rituales. observa sorprendido aquel trabajo a cuatro manos. "Usted debe saber que estas curvas, las curvas del río que rodean mi comunidad, tienen música", le comenta una de ellas. "Se pueden expresar no solo dibujando, sino también cantando. ¿Y usted puede cantar esto en shipibo?", preguntó escéptico el Nobel. Entonces, mientras su dedo seguía las oscilaciones de la línea pintada del río, iba cantando. El autor de "La casa verde" se quedó maravillado con la explicación. No entender su lengua no le impide admirar cómo aquellas curvas podían interpretarse con un canto de sonoridad única. Ante el auditorio repleto de la feria ARCOmadrid, el Nobel animaba a ver esta exposición, que evitaba cualquier desbarre pintoresco y apelaba a un discurso genuino que daba cuenta de la extraordinaria diversidad que caracteriza a la sociedad peruana.

Acompañado por el ex director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, Vargas Llosa fue el responsable de iniciar informalmente la presencia del Perú en la feria ARCOmadrid, al inaugurar el foro de coleccionismo auspiciado por la fundación Banco Santander. Además de comentar su entusiasmo por este trabajo que revela el lenguaje del Kené shipibo, el Nobel peruano dedicó gran parte de un diálogo de una hora a su entusiasmo por la muestra "Redes de vanguardia: Amauta y América Latina (1926-1930)", inaugurada recientemente en el Centro de Arte Reina Sofía.

Mario Vargas Llosa en ARCOmadrid 2019. (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)
Mario Vargas Llosa en ARCOmadrid 2019. (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)

"Me alegra muchísimo que el Perú esté tan presente estos días en Madrid, sobre todo en razón de su cultura. Allí si no hay nada que ocultar, no hay nada de lo que pedir perdón. En la cultura, el Perú puede sentirse muy orgulloso por la variedad y la riqueza de sus actividades culturales", señaló el Nobel al auditorio, en el que destacaba al centro, en primera fila, su pareja Isabel Preysler.

Para Vargas Llosa, es justamente la muestra dedicada a la revista fundada por José Carlos Mariátegui la que mejor presenta al público esta variedad nacional: "Un peruano se queda muy impresionado al visitar esta exposición porque descubre que, en la década de los veinte, Lima era un gran centro cultural, con una vitalidad extraordinaria. No solo por lo que producían sus artistas, sino por la comunicación que la capital tenía gracias a la revista 'Amauta' con el resto del mundo", señaló.

Mario Vargas Llosa en ARCOmadrid 2019. (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)
Mario Vargas Llosa en ARCOmadrid 2019. (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)

Vargas Llosa destacó la fundamental figura de José Carlos Mariátegui, quien en su revista supo proponer una visión socialista de la historia y la realidad peruana, mientras promovía a la vez a los diversos movimientos de vanguardia, convencido de que la revolución social y política vendría acompañada de una revolución cultural. "Lo que el socialismo representaba en política, en las vanguardias eran el futurismo, el surrealismo, el dadaísmo. Resulta fascinante que Mariátegui, al mismo tiempo que difundía el marxismo en el Perú, podía defender a un poeta puro como José María Eguren o César Moro", destaca el novelista, quien confesó sentirse conmovido al encontrar una carta del poeta Moro donde protestaba furioso por las erratas deslizadas en sus poemas publicados en la revista.

El mariateguismo vargasllosista
El autor de "La utopía arcaica" fue especialmente generoso al destacar la absoluta libertad del pensamiento de Mariátegui, para quien el marxismo era una ideología sin fronteras porque para el pensador peruano este debía estimular todo lo que fuera búsqueda, renovación y reforma. Desde el punto de vista político, Mariátegui mostraba una sensibilidad muy lejana del dogmatismo o cualquier intransigencia ideológica. "Incluso el indigenismo de Mariátegui no fue nada sectario, era una de las muchas formas de renovación de los viejos sistemas de pensamiento. Después de su muerte, esta corriente se volvería muy dogmática.

"El de Mariátegui es un caso realmente extraordinario: podía tener al mismo tiempo relaciones con Borges, con los muralistas mexicanos, con César Moro o con César Vallejo. Él no veía ninguna resistencia en integrar toda esa diversidad extraordinaria, no solo estética sino ideológica, a través de la cultura. Y aunque luego esa idea desaparece, en la exposición está tan viva que se advierte lo fecunda que fue para el país en que vivió", destacó MVLL.

"Hay que decir que después de la desaparición de Mariátegui, vino en el Perú un apagón cultural por culpa de las dictaduras que prácticamente aislaron al país", lamentó el escritor, para quien todo ese entusiasmo de los años 20 desapareció. "Sin embargo, es muy importante descubrir que en algún momento de la edad moderna, el Perú fue un gran centro cultural. Y no solo por asimilar la cultura que venía de fuera, sino por producirla", acotó.

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