IQUITOS: salvaje y fascinante. Todo incluido en el corazón de la selva
Una hora y media de vuelo desde Lima. El amanecer entre nubes por la ventana del avión y arribamos en la calurosa capital loretana. ¿Cómo está el clima? —le preguntamos al chofer del taxi que nos recoge— “está que llueve”, nos dice mientras la humedad nos pone la piel pegajosa.
El plan es internarnos tres días en el corazón de la selva de Iquitos, en un nuevo lugar que ofrece planes con transporte desde el puerto, alojamiento en cabañas familiares, alimentación y excursiones guiadas. Un ‘all inclusive’ en medio de la espesura amazónica oriental.
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ENCANTO AMAZÓNICO
No son ni las ocho de la mañana. El calor todavía es soportable. Un desayuno reparador a unos pasos de la Plaza de Armas de Iquitos, una breve pero intensa llovizna y partimos hacia el Centro de Rescate Amazónico (CREA), que funciona hace nueve años salvando manatíes.
“La primera regla en la selva es no tocar”, advierte nuestro guía Carlos Bartolo, un joven iquiteño que estudió técnica automotriz y que trabajó como profesor de inglés en Japón pero que volvió a su tierra al conocer este proyecto. “Desde niño tuve animales a mi cuidado. He reproducido peces en acuario y siempre me interesé por su conservación. Aquí me especialicé en mamíferos, sobre todo en manatíes”.
Carlos aprendió que el contacto humano puede afectar su adaptación y la reintroducción en su hábitat. Por eso en este recorrido, donde también se observan tortugas, monos, perezosos, nutrias y boas, está prohibido interactuar.
“No te tomes fotos con animales en cautiverio, ni compres artesanía que contenga plumas o dientes”, recomienda nuestro guía en el paseo por este refugio de especies en peligro que se puede visitar todos los días entre las 9 a.m. y las 3 p.m. El ingreso cuesta S/10 para nacionales y el doble para extranjeros.
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REFUGIO NATURAL
Juanes y tacachos por dos soles, los famosos suris que se cocinan en la parrilla como si fueran anticuchos y las cabezas de lagarto estratégicamente ubicadas en algunos puestos nos indican que estamos en el puerto de Nanay, el punto de partida para nuestro viaje hacia la confluencia de los ríos Amazonas y Yanayacu donde se encuentra el albergue de Amak 4rent.
Cincuenta minutos más tarde, un camino de troncos —no talados sino traídos con la crecida del río— nos conduce al lobby: una maloka donde nos dieron la bienvenida, un par de botas de jebe para las excursiones y unos Crocs para estar en esta zona y en la habitación sin dejar huella.
Son por ahora 18 búngalos de estilo rústico con camas con mosquiteros que protegen al viajero de las picaduras, al menos mientras duerme, y enormes ventanas cubiertas por mallas que nos dan la impresión de estar siempre en el exterior. Incluso en la noche es posible ver la luna, la silueta de los árboles y la de algún mono curioso.
Si pensabas que en un lugar así estarías completamente desconectado te equivocas. Un sistema de paneles solares ofrece energía eléctrica y con ello la señal de Internet en un área común, perfecta para quienes gozan publicando las fotos de sus viajes en tiempo real. Eso sí, generando un menor impacto en el entorno.
Ni bien llegamos fuimos a sorprendernos con un Ceiba, el árbol gigante de la Amazonía que puede alcanzar los 40 metros de altura y unos 20 metros de circunferencia. Acto seguido, un chapuzón en las aguas oscuras del río Yanayacu y después de cenar recetas gourmet con productos oriundos, nos arrullaron el sonido de la lluvia, ranas, aves, grillos y monos nocturnos.
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PRIMER CONTACTO
Mamerto es el líder del pueblo indígena Yagua. Navegamos unos 20 minutos desde el albergue, en una mañana en la que curiosamente no llovió, para conocer su comunidad. Nos saluda en su idioma nativo y luego lo traduce al castellano, con el mismo talento —pienso — con el que tradujo la Biblia para su gente.
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Este hombre de 68 años tiene 7 hijos, 29 nietos y 10 bisnietos. Algunos viven con él, otros están en la ciudad de Iquitos y hubo quienes partieron para Lima a donde él también viajó en 1986. Fue invitado por el ya fallecido artista Felipe Lettersten que elaboró un molde con su fisionomía para una de sus esculturas de tamaño real: “Fuimos Yahuas, Boras, varios indígenas (…) Te tenías que quedar quieto media hora con el yeso tibio en todo el cuerpo para que hiciera el molde”.
Mamerto muestra gran destreza con la cerbatana con la que antiguamente cazaban los Yaguas, famosos por ser los mejores en esta actividad. También es bueno con la música tradicional que tocó para que su comunidad baile junto con los turistas.
Otra costumbre que recrea este grupo, que resistió el embate de los caucheros durante el auge, es el uso del achiote para cubrir su cuerpo. Dicen que por el color rojo de esta planta se les llamó Yagua, nombre que deriva de la palabra quechua Yawar y que significa sangre.
Su vestimenta y el arte hecho a mano dejaron satisfechos nuestro ojos voyeristas y fuimos de vuelta a la embarcación a seguir descubriendo la Amazonía.
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AL IMPERIO DEL MONO
Existen alrededor de ocho centros de rescate entre el puerto de Nanay y el albergue. Enrique Navarro, gerente general de Amak 4rent, afirma que en sus planes incluyen algunos porque buscan que el viajero interactúe con el medio ambiente de forma respetuosa. “Nosotros queremos llegar al aventurero, al que guste de la cultura y la naturaleza”, afirma.
La isla de los Monos es una joya de 450 hectáreas de bosque habitadas por unos 200 primates de 23 especies distintas que fueron rescatados de hogares donde los tenían como mascotas o de manos traficantes. Este centro de rescate se inició hace dieciocho años con la llegada de Carlo, Blanca y Martina, monos que fueron encontrados en el mercado de Belén, en Iquitos.
“Ni bien llegan pasan por el veterinario y se les pone en cuarentena porque aunque no parezca pueden tener parásitos. Como muchos están desnutridos se les alimenta con leche de fórmula, PVM, cereales. Esto por uno o tres años”, explica Jair Navarro, administrador de la isla.
Mientras hablamos con Jair, un par de voluntarios trae unas pequeñas latas con alimento. Los pequeños acogidos hace un mes y medio bajan raudamente de las copas de los árboles. Luego de introducir casi toda la cara en la lata y quedar con la boca manchada de leche vuelven a las ramas o se acercan a los turistas. Solo si ellos se aproximan se permite tocarlos.
En el circuito visitamos, también, el Centro de Rescate y Conservación de Animales Silvestres de la Amazonía Peruana donde vimos de cerca a la curiosa tortuga prehistórica mata mata. Estaba al fondo de una poza de agua que comparte con otras 7 bebés de diferentes especies. Su forma irregular le permite confundirse entre las hojas y troncos. Parece inofensiva pero al crecer es capaz de comerse animales enormes porque es carnívora.
Kevin es el guía que impulsa la creación de este rincón que funciona recientemente y que al momento ha recibido anacondas, caimanes, boas, un añuje que está en peligro porque su carne es muy cotizada, un perezoso y un pequeño mono, que es el engreído.
Pero sin duda, uno de los mejores espectáculos del viaje fue el de los delfines rosados que nos sorprendió en medio del río cuando el sol se ocultaba. Fueron 30 minutos de saltos, aletas y alguno que dejó ver su pico enorme. La rapidez de esta especie no permitió fotografiarlos pero la magia quedó grabada en nuestra mente. Al igual que la calidez de su gente y el contacto con la naturaleza. Experiencias que sí dejaron huella.
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¿CÓMO LLEGAR?
A Iquitos solo se puede ir en avión o en un viaje de cinco días en barco desde Pucallpa. Avianca, Latam Airlines y Peruvian Airlines conectan Lima con la ciudad loretana en vuelos de 90 minutos.
Puedes tomar el paquete de 3 días de Amak 4rent que normalmente cuesta US$ 280 por persona pero que en abril y mayo está a US$ 196 por viajero. Si viajas con un niño de hasta 12 años, este no paga y si son dos el segundo tendrá un 30% de descuento. La tarifa incluye transporte fluvial, alojamiento, excursiones guiadas y alimentación.
Si todavía no tienes destino para Semana Santa este puede ser el indicado. Con o sin lluvia, Iquitos pone. Y qué mejor que haciendo un poco de turismo responsable. Para más datos viajeros no dejes de seguirme en Facebook e Instagram. Nos vemos en la próxima parada.