¿Podrá la diplomacia salvar al mundo de las bacterias?
La semana pasada, y por cuarta vez en su historia, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha dedicado un día entero de discusiones a un asunto de salud mundial. Las tres anteriores habían sido la infección por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), el control de enfermedades crónicas y obesidad y la crisis del virus Ébola. En esta oportunidad el tema ha sido la resistencia bacteriana a los antibióticos, un asunto que para la mayoría es insulso, aburrido y sin sentido práctico, sin darse cuenta que ya le está tocando la puerta de su casa.
Las bacterias son microorganismos que han estado en la tierra casi desde su formación, aproximadamente 4,000 millones de años atrás. Los mecanismos metabólicos bacterianos han estado presentes desde esa época y han sabido adaptarse al medio ambiente que les ha tocado vivir de una manera asombrosa. Las bacterias viven en los gélidos fondos del mar, en las alturas mas extremas, en la profundidad de los volcanes, en la tierra, en las plantas y dentro del organismo de los animales. Se calcula que por cada célula humana, el cuerpo humano tiene diez bacterias dentro de el.
Dentro del cuerpo humano, las bacterias son capaces de fabricar sustancias vitales para que “el cuerpo en el que le ha tocado vivir” pueda sobrevivir, así, las bacterias sintetizan vitaminas K y B12 y decenas de otras sustancias que recién se están descubriendo al estudiar la enorme importancia de la bacterias intestinales o microbiota. La gran mayoría de las bacterias de la naturaleza o son indiferentes o son beneficiosas a la naturaleza o a los organismos con que conviven.
Bacterias patógenas
A pesar de que la gran mayoría de las bacterias son beneficiosas, existen las llamadas bacterias patógenas, que han afectado a seres humanos, plantas y animales desde tiempos inmemoriales y que constituyeron la primera causa de muerte del hombre durante muchos siglos. En épocas antiguas, el pronóstico de un paciente con una infección dependía del color del pus que producía, si era blanca (indicación de un buen sistema de defensa), el paciente sobrevivía, si era negra, el paciente moría.
Todo cambió en 1929 cuando Sir Alexander Fleming descubrió por casualidad la penicilina, el primer antibiótico de la historia, el cual empezó a usarse desde los años cuarenta y salvó miles de vidas en la segunda guerra mundial. Rápidamente, sin embargo, las bacterias empezaron a desarrollar resistencia a la penicilina, por lo que el mismo Fleming advirtió en su discurso de recepción del premio Nobel que “en su ignorancia, el ser humano abusará de los antibióticos y el resultado será que estos medicamentos se volverán inservibles”.
A medida que se iba descubriendo resistencia a los antibióticos, empezaban a desarrollarse otros para reemplazarlos, los cuales duraban solo algún tiempo pues las bacterias aprendían a reconocerlos y desarrollaban resistencia contra ellos. Increíblemente, el mecanismo por el cual una bacteria aprende a ser resistente a un antibiótico se transmite de bacteria a bacteria a través de corpúsculos genéticos llamados plásmidos, los cuales son compartidos libremente, del mismo modo que los seres humanos compartimos las buenas noticias.
Causas de resistencia bacteriana
Son múltiples, entre ellas el mal uso y el abuso de los antibióticos por parte de los profesionales de la salud y la falta de regulación en su venta. En muchos países del mundo por ejemplo, los antibióticos son de venta libre, y como dijo Fleming, en su ignorancia la gente usa antibióticos sin necesidad, lo cual hace que las bacterias se vuelvan resistentes. Del mismo modo, el uso de productos antibacterianos en jabones y otros productos (recientemente prohibidos en Estados Unidos), son también contribuyentes a este problema.
Otra causa de resistencia es el uso de antibióticos en la crianza industrial de cerdos, pollos y ganado, quienes usan esos medicamentos para evitar que los animales enfermen y produzcan mas carne para consumo humano. El 80% de antibióticos producidos en Estados Unidos son destinados al uso de la industria. El problema es que las bacterias intestinales de esos animales se vuelven súper resistentes a los antibióticos y pasan al medio ambiente y a la cocina de los que compramos esos productos. Se han encontrado bacterias resistentes a todo antibiótico en 15% de carne de pollo y 21% de animales provenientes de China y en muchas partes del mundo se fumigan plantas con estreptomicina y tetraciclina, que actúan como insecticidas. A pesar de las evidencias, la industria niega que sus prácticas contribuyan a este problema.
Corolario
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el mundo se encuentra ya en la época post antibiótica y se calcula que 700,000 personas mueren cada año por una infección resistente a antibióticos. En este momento, la gonorrea solo tiene dos antibióticos de última línea y se ha encontrado en EE.UU el cuarto caso de una bacteria que no responde a ningún antibiótico conocido. Si no se hace nada, para el año 2050 (cuando su bebe recién nacido tenga 34 años), 10 millones de personas morirán por una infección resistente a los antibióticos.
No hay duda que la predicción de Fleming se ha cumplido y a este paso, es posible que regresemos a determinar el pronóstico de un paciente infectado de acuerdo al color del pus que produce. Es por eso que ahora que la ONU ha intervenido, tiene sentido preguntarse ¿Podrá la diplomacia salvar al mundo de las bacterias?