El tesoro de las mamás profesionales
Muchas mujeres profesionales o ejecutivas dejamos de trabajar cuando nuestros hijos son chiquitos y ganamos más responsabilidades o promociones que requieren toda nuestra dedicación y muchas horas en la oficina, lejos de ellos, absortas en las exigencias del trabajo, muchas veces además viajando muy seguido. Y entonces sentimos esa angustia que ahoga al dejarlos todo el día, verlos muy poco y a veces casi nada durante la semana. Si los esposos ganan lo suficiente o si podemos ajustar nuestro presupuesto para poder hacerlo, muchas optamos por renunciar, dejar la carrera y volvernos mamás profesionales. Yo lo hice por casi ocho años.
Volví al trabajo a tiempo completo cuando tuve que hacerlo para pagar sola todas las cuentas. Fue muy duro al comienzo, pero cuando no queda otra, uno aprende a organizarse, a delegar, a confiar. Pero una cosa aprendí pronto, como empresaria y gerenta general de mi empresa: a reconocer y valorar el inmenso arsenal de talento no utilizado que son las mamás profesionales que optaron por posponer su carrera. Y a ofrecerles opciones de trabajo flexibles, hechas a la medida de sus necesidades familiares.
Son muchas las mujeres profesionales y extraordinariamente talentosas que han sido y son clave para el desarrollo y éxito de nuestra operación en el Perú. Ejecutivas que de otro modo jamás hubiéramos podido aspirar a contratar por las altas remuneraciones que ganaban en las empresas que las formaron, pero que no pudieron retenerlas por la inflexibilidad de sus esquemas de trabajo y de lo que consideran líneas de carrera “normales”. Nosotros capitalizamos todo ese talento en una fórmula ganadora para ambas partes: les damos toda la flexibilidad que necesitan para cumplir los indicadores de éxito que acordamos y ellas siguen desarrollándose profesionalmente en sus propios términos, horarios y maneras de organizarse.
Confieso que hasta hoy me sorprende lo poco que hacen muchas empresas para retener a estos talentos . Quizá es porque siguen operando con el paradigma de antes (precultura de empleabilidad), en el que a los ejecutivos se les pagaba para ir a trabajar y cumplir un horario común a todos. Y no han internalizado que a los ejecutivos los contratamos para generar logros y resultados, para agregar valor y contribuir a las metas y objetivos acordados, independientemente de las horas que trabajen o desde donde trabajen. Así, no son capaces de construir fórmulas creativas propias, pero fundamentalmente flexibles que les permitan retener a las exitosas ejecutivas (o ejecutivos para el caso de ser justos) que requieren estilos de trabajo “no tradicionales”. ¡Por la falta de flexibilidad en las restrictivas opciones laborales que ofrecen, pierden a estos talentos a raudales!
También me sorprende -dada la escasez de talentos que existe en el Perú y con la tecnología de hoy, que todo facilita- que más organizaciones no estén buscando contratar a todas estas mamás profesionales. Que no hayan descubierto aún a esta rica “fuente no utilizada” de talento muy preparado, muy empleable y disponible -siempre que las condiciones de flexibilidad que les ofrezcan sean las adecuadas-. Nosotros lo seguimos haciendo. Hoy tenemos 6 ejecutivas de primera trabajando a sus tiempos muy bien integradas a nuestra organización. ¡Y nos va muy bien con ellas!