Preguntas que todo líder debe hacer a su gente
Subía al piso 10 en un ascensor y en el camino entraron dos personas que comentaban amargamente la muy mala actitud de un compañero de trabajo que tenían en común. No pude sino escuchar la conversación y me quedó claro que esas personas esperaban que el jefe solucionara aquello que estaba afectando al colega y por tanto al trabajo de todo el equipo. No parecía fácil que ese jefe pudiera lograr que esta persona cambiara de actitud rápidamente y estuviera contenta, motivada para cumplir bien con sus responsabilidades, y que, por lo tanto, todo funcionara bien para el equipo. Es decir, tendría que lograr pronto que esa persona trabaje con ganas, corazón y ojalá, hasta con pasión. Difícil.
Pensando en esa situación y en la habilidad de manejar situaciones como esas -y ojalá de prevenirlas- que todos quienes trabajamos en equipos necesitamos y, sobre todo, quienes tenemos responsabilidades de liderazgo; recordé una práctica sencilla pero muy efectiva que recomendamos mucho cuando vemos casos de coaching de liderazgo.
Las preocupaciones, las motivaciones o los problemas de cada miembro del equipo afectan a todos y, por eso, es clave que un líder esté al tanto de ellas, así como de los retos y obstáculos que deben enfrentar. La práctica consta en hacer con relativa frecuencia tres preguntas básicas, pero fundamentales, a todos y a cada uno de los miembros del equipo. Estas interrogantes ayudan a entender y mejorar la relación y el trabajo de todos, fomentando su compromiso con la organización y el propósito común, ayudando al equipo a mejorar, crecer y desarrollarse.
Las preocupaciones, las motivaciones o los problemas de cada miembro del equipo afectan a todos y, por eso, es clave que un líder esté al tanto de ellas.
La primera pregunta es simple: ¿qué reto tienes por delante? A través de la respuesta nos podemos dar cuenta de cómo se siente nuestro colaborador, cómo está manejando lo que considera un reto, si lo mira como un problema o como una oportunidad, si la persona está estresada, con problemas, o si ve oportunidades y formas de hacer mejor las cosas. Y tendremos claridad en por dónde vienen sus preocupaciones o motivaciones.
Luego de escuchar atentamente su respuesta, la segunda pregunta a hacer es: ¿qué problema o dificultad tienes para cumplir este reto? A veces esas dificultades pueden ser relativamente sencillas de solucionar, pero las personas se mortifican por ellas, quizá simplemente porque nadie las ha escuchado o mostrado interés en ayudar antes. Si son temas mayores, mientas antes sepamos de ellos y pongamos manos a la obra, mejor.
La tercera pregunta es: ¿en qué te puedo ayudar? Esta última pregunta es muy importante y genera sensación de seguridad y confianza: hay un líder dispuesto a hacerse cargo y solucionar. Son muy pocos los jefes que lo hacen, que se interesan por apoyarnos o por los problemas y retos que tenemos. Y lo más importante es que escuchando lo que nuestra gente necesita, de boca de ellos, podemos empezar a ayudarlos de verdad.
Creo que es vital reunirse con las personas con las que trabajamos y hacerles estas preguntas con relativa frecuencia. Esto nos ayuda a ser mucho mejores jefes y más líderes. Es la oportunidad para fortalecer el vínculo con los colaboradores y ayudarlos de una manera genuina a su desarrollo, sabiendo lo que pasa por su cabeza, su corazón y, a veces, su hígado.
*Publicado en América Economía (Latam), el 02/08/2019